Una guerra nunca es solo de quienes la pelean. Muchos otros, por simple herencia de sangre, pagan también consecuencias que el paso del tiempo, la acumulación de frustraciones y rencores pueden volver incluso más dramáticas, más crueles. La historia de Martyn Clarke, nacido en Plymouth dos años antes que estallara en las Islas Malvinas el conflicto bélico que involucró a Argentina y el Reino Unido, resume ese destino.
Con Mauricio Macri como presidente, Carlos Bianchi de entrenador y el inicio del pasar más dulce de su historia a nivel deportivo, Boca se abrió a algunos experimentos que en cualquier otro momento hubiesen encontrado resistencia de parte de los hinchas. Uno de ellos fue el plan para acaparar talentos de rincones exóticos, para multinacionalizar la marca más que para dar continuidad a los éxitos dentro del terreno de juego. Parte de ese plan que tampoco evaluó secuelas en profundidad fue Clarke.
Con 19 años y destacada performance en la Falkland Islands Football League, completamente amateur, llegó a probar suerte en Argentina de la mano de Esteban Cichello, un profesor argentino en Oxford con conexión con Diego Armando Maradona que lo había visto jugar en una visita a Malvinas. Con semejante contacto, logró conseguirle una prueba en El Xeneize.
En 1999, su primer entrenamiento en Casa Amarilla fue motivo de una cobertura especial por parte de más de una cadena de la televisión británica. Su declaración sobre un parecido con Martín Palermo, haciendo referencia a su fortaleza y buen cabezazo, ocupó también páginas y portadas en los diarios argentinos.

Martyn Clarke no ocupó cupo de extranjero, llegó a entrenarse a las órdenes de Carlos Bianchi y en Reserva compartió ataque con otro goleador de raza como Silvio Carrario. Su estadía en Boca intentó ser ejemplo de unificación entre los países que habían hecho la guerra en 1982. Terminó siendo todo lo contrario.
Hijo de un ex combatiente de la Marina Real inglesa y de la dueña de un pub isleño llamado The Globe, no tardó en ser considerado un traidor por el pueblo isleño. Patrick Watts, quien por aquel entonces era entrenador del seleccionado, definió la aventura de Clarke en el fútbol argentino como un “ejercicio de propaganda orquestado con su madre” e influyó en que quienes habían sido sus compañeros le dieran la espalda.
Según había expresado el propio jugador, sin embargo, lo suyo en realidad era un sueño que había imaginado culminar saliendo al terreno de juego de La Bombonera, a cancha llena y vestido de azul y oro. Nunca sucedió. Las condiciones del delantero no alcanzaron para hacerse lugar en un plantel repleto de figuras y al poco tiempo dejó el club. Probó suerte en el ascenso, con El Porvenir y Defensores de Belgrano, pero tampoco lo logró.
Una carrera de solo cuatro años
Desde el punto de vista profesional, la carrera de Martyn Clarke solo duró cuatro años. Inició en 2011, cuando decidió irse a los Estados Unidos y vincularse a los Connecticut Wolves que competían en la ya extinta USL First Division. Entre 2002 y 2004 lo hizo con Brenwood Town en las categorías regionales del fútbol inglés, que bien podrían equivaler a una sexta o séptima división en el escalafón que tiene en la Premier League a su competencia de élite.
El paso del tiempo y el alejamiento de algunos de los que lo habían señalado como traidor hizo que se integrara a la Selección de las Islas Malvinas para 2005 y que con ella compitiera en los Juegos Isleños de 2005 que se desarrollaron en Escocia, en los que marcó dos goles. Casi una década después, volvió a hacerlo en los Juegos de 2013, organizados en Bermudas.

Un final trágico
En diciembre de 2022, Martyn Clarke se quitó la vida en Malvinas. El trágico desenlace tardó casi un mes en ser conocido en territorio continental argentino. La noticia generó conmoción y disparó los recuerdos de aquel pibe que había soñado jugar en La Bombonera y que fue por ello acusado de traicionar a los isleños.
Poco antes, un periodista de Noticias Argentinas se había comunicado con él para ofrecerle hacer una entrevista en la que contara en profundidad los claroscuros de aquella experiencia en el fútbol argentino y sus consecuencias. “Me gustaría hablar, pero necesito tiempo para poder darte una entrevista verdadera y profunda, que es lo que necesito para mi propia tranquilidad. Tendrás suerte porque nadie sabe la verdad sobre todas mis experiencias con el fútbol y en las Falklands (Malvinas) y siento que necesito contar mi punto de vista”, había sido su respuesta y la promesa de un relato que nunca sucedió.

ver también
Ganó tres títulos con Boca, fue compañero de Riquelme y analizó su rol como dirigente: “Puso en juego su idolatría”







