River y Boca. Boca y River. Agua y aceite. Los clubes más grandes del país, los que más convocan, los que más han ganado desde el amateurismo hasta el hoy y seguramente el mañana. El debate sobre “quién es más grande” será eterno y ambos tendrán la razón.
Sobre jugadores podremos hablar largo y tendido, pero lo que los vincula en esta cita va en relación a una de las últimas declaraciones que brindóDiego Latorre. El exfutbolista y comentarista de ESPN fue consultado sobreJuan Román Riquelme, ya que fue testigo de sus inicios como profesional, y su devolución invita a reflexionar.
“Él había llegado de Argentinos Juniors, creo que con catorce años. Pero veías que no le pesaba la camiseta, aun con lo joven que era. Jugaba con una clase y una autoridad tremendas. Ponerse la camiseta en la Bombonera era para él muy natural. Jugaba con una naturalidad pasmosa, como si estuviera en el barrio. Era un diez fino e irrumpió en la primera de Boca. Ya era uncrack”, le dijo Gambeta al periodista deEl Confidencial,Francisco Javier Roldán.
Luego, a la hora de ubicarlo en idiosincrasias tan opuestas como las que protagonizan el Superclásico del fútbol argentino, Latorre no dudó: “A priori, ese tipo de jugador no se emparenta con la historia de Boca, que destaca más la garra, la fuerza o el empuje, sino más con la de River. Pero en realidad es un mito, como se demostró en el caso de Rojas, el de Riquelme o el mío”, afirmó.
Podemos coincidir o no, pero la historia nos ha demostrado que en La Ribera siempre predominó el “huevo, huevo, huevo” y en Núñez la galera y el bastón. Sin embargo, como bien indica Latorre, hay jugadores que rompen el molde y hacen historia. Así como existió un Riquelme para Boca, en River también brillaron los Ponzio y los Maidana, auxiliando cuando más se los necesitó. Quizás sea una contradicción con cada filosofía, pero a nadie se le cayó los anillos por gozar de lo que el otro siempre pregonó.