A pesar de los descensos de San Lorenzo de Almagro y Racing Club en la década de 1980, durante mucho tiempo tuvo lugar la creencia de que ningún otro grande del fútbol argentino caería a la segunda categoría. Y mucho menos River Plate y Boca Juniors, los dos conjuntos más importantes y populares del ámbito doméstico. Grave error.
Pero a fines de la década del 2000 y luego de transitar épocas realmente doradas, el elenco Millonario inició un camino plagado de errores y malos manejos, primero con José María Aguilar al frente de la dirigencia y más tarde con el desembarco de Daniel Passarella, una gloria absoluta de la institución que se hizo cargo cuando el 2009 estaba a punto de concluir.
Daniel Passarella, expresidente de River. (Foto: Getty)
Entre estas dos comisiones directivas, River se fue autodestruyendo poco a poco. Pésimas ventas de jugadores se tradujeron en un regalo progresivo del patrimonio. Al mismo tiempo, diversos negociados turbios e incorporaciones que no estuvieron a la altura de la circunstancias se transformaron en un cóctel explosivo que generó el peor desenlace.
Así fue como el Torneo Clausura del año 2008 fue la última sonrisa para River antes de la más inesperada de las caídas. Con Diego Simeone en el banco de suplentes, el Millonario gritó campeón. Sin embargo, la alegría duró poco: un puñado de meses después, los de Núñez finalizarían últimos por primera vez en su historia. El auténtico comienzo del fin.
En 2009 y 2010, esa tendencia oscura y poco prometedora se mantuvo. Y así fue como River encaró el año 2011, todavía subestimando la lucha por el descenso. Es que, inclusive, el Millonario llegó a tener aspiraciones de ser campeón en esa temporada, la cual concluyó con una seguidilla de malos resultados que lo depositaron en la promoción.
Lo que sigue es historia conocida. En esa temida instancia y envuelto en grandes temores y un claro desconocimiento de la situación, River padeció a un Belgrano de Córdoba completamente motivado ante la oportunidad de quedar en la historia para siempre. Cayó 2-0 como visitante e igualó 1-1 en el Monumental. Sí, lo que nadie pensaba que podía llegar, finalmente se hizo presente.
Tristeza. Lágrimas. Tragedia. Nadie entendía lo que estaba pasando. Pero había que ponerle el pecho a las balas e iniciar una aventura jamás imaginada: la de la Primera B Nacional. Allí, River transitó por diversos lugares del país y enfrentó a rivales que dejaron la vida por empeorar su realidad. Pero lo cierto es que los hinchas acompañaron durante toda la temporada y el regreso no se hizo esperar.
Con algo de angustia y recién en la última fecha, River confirmó el ascenso. Fue el 23 de junio de 2012. Sí, el Millonario estuvo poco menos de un año en la segunda división pero ese tiempo no solamente alcanzó para que la caída del gigante quede inmortalizada en todo tipo de recuerdos e incluso burlas sino también para tocar fondo, barajar y empezar de nuevo.
Es que, nuevamente en su lugar natural, River inició un proceso de reconstrucción tan fenomenal como inesperado. Muchos imaginaron que le costarían los primeros pasos pero lo cierto es que el Millonario volvió más fuerte que nunca. Demoró solamente dos años en volver a ser campeón y luego inició el proceso más destacado de su historia.
River tocó el cielo con las manos en Madrid. (Foto: Getty)
Ramón Ángel Díaz diseñó un plantel competitivo nuevamente que ganó el Torneo Final 2014 y un todavía inexperto Marcelo Gallardo tomó la posta para sorprender a propios y extraños sumando título tras título, fundamentalmente en el plano internacional, donde River se cansó de someter a Boca, precisamente el rival de toda la vida.
Así como en un puñado de años River pasó del cielo al infierno, también en un puñado de años dejó el infierno y volvió al cielo. Dos ediciones de la Copa Libertadores, cinco eliminaciones a Boca, planteles de jerarquía, sentido de pertenencia y una hinchada completamente extasiada por esta realidad fueron el resultado de una auténtica refundación, demostrando que, a una década de hundirse en el barro,el Millonario volvió más fuerte que nunca.
