Einstein solía remarcar que desintegrar un átomo es más sencillo que desintegrar un preconcepto. Su ironía era una daga para quienes sentenciaban sobre su trabajo y sus pensamientos sin una investigación previa adecuada. También para los replicadores seriales y precoces de los medios de comunicación. El axioma trasciende fronteras, escenarios, épocas y actividades. El fútbol no es la excepción. Es, tal vez, la fábrica de etiquetas más grande que existe. Y hay algo peor: esos rótulos dañiños parecieran ser indivisibles del protagonista y no tener fecha de vencimiento, ni siquiera cuando la realidad cachetea sobre el verde césped a ese verdadero universo del prejuicio. Por suerte, ejemplos como el de Gustavo Alfaro y Ecuador tronan con tal fuerza y relampaguean con tal intensidad que se vuelven indisimulables.

 

Lo único que luce diferente a los tiempos de Einstein es la caja de resonancia y el lugar desde donde los “especialistas”, sus adláteres y “los invictos de siempre” toman impulso para estampar certezas que se destiñen fácil. La ambición por demostrar que se tiene “la posta” (y además adjudicarse la exclusividad) es, generalmente, un atajo hacia el papelón. Sobra “popular” y cotillón. La sabiduría suele maridar mucho mejor con el equilibrio. Y Alfaro es un entrenador que tiene las herramientas para dejar en offside a los desequilibrados.

Hoy, todos aquellos que jugaron a ser Nostradamus y pronosticaron “fracaso en tinta indeleble” entre Alfaro y Ecuador, en base a esas etiquetas y a cómo se dio su salida de Boca, están en pleno proceso de “me malinterpretaron” y de borrado de tuits. Y fueron muchos... Mayoría... La respuesta es concreta: El Profesor y esta camada fascinante de alumnos son un Perfect Match. Y no... no es casualidad, no hay coincidencia fortuita. Ya veremos...

 

La clase dirigente suele boicotearse cuando achica las variantes para vincular entrenadores y jugadores a una mera cuestión de estilos. El eco se termina ahí como si no hubiera recursos que pudieran mejorar lo que un futbolista ya trae por naturaleza. “Si tal equipo o seleccionado disponen de mucha riqueza técnica, mejor escoger a un técnico de perfil a favor de las libertades y la creación. Si, por el contrario, se destaca la voluntad, pero se carece de luces, es más saludable ir por un paladín del orden”. Esa variante del facilismo tiene muchos socios. Demasiados.

Lo cierto es que los contextos se despliegan sobre mapas de generosas extensiones y, allí, las etiquetas no juegan. No se va a encontrar el tesoro en la caja de zapatos que está guardada en el placard. Hay que usar la brújula, la lupa, ir más allá, capear tormentas y no tomar éxitos circunstanciales como pistas definitivas. A ese perfil integral, con sus aciertos y errores, responde el oriundo de Rafaela.

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Los que eligen, en pocas oportunidades se preguntan si hay un DT que pueda ponerle luces a la voluntad u otro que pueda darle una red de respaldo a los destellos de talento. Hay una frase que lo resume casi a la perfección: “Pocas veces se piensa en ver lo que NO hay. Casi siempre es 'tengo tal cosa, voy por más de eso'. Así, nunca vas a construir el escenario más saludable y darle sustento en el tiempo. Todo logro será circunstancial y fortuito. Y la causa de la debacle será siempre la misma: no haberle prestado atención a lo que NO había”. La máxima le pertenece a... Gustavo Alfaro. Y la autografió hace más de 10 años.

Ecuador captó el espíritu docente de “Lechuga”. No compró la publicidad de las etiquetas. Comprendió que, para que una selección de más futuro que presente no tropezara, era mejor un guía que les marcara el camino y les alertara sobre los obstáculos en lugar de uno que, por ejemplo, incrementara la noción de aventura y no supiera rescatarlos ante las caídas. Ecuador no se quedó con el currículum, ni con la verba, ni con los hashtags en contra, ni con las nostalgias de quienes añoran a Alfaro. Hizo un scouting integral, tal como el argentino lo hace con sus planteles y con los rivales. Primer acierto fundamental para achicar el margen de error.

Cuando asumió, Alfaro no ancló en el desafío personal, como confesó en una entrevista que brindó en 2021, cuando su Ecuador ya había virado de sorpresa a realidad. Gustavo no firmó contrato por una razón individual. En su hoja de ruta había subrayado la palabra potencial. Sentía que había una empatía clara entre sus maneras y el caudal futbolístico a disposición. Notó la probabilidad de éxito por fuerzas parejas. “Yo los puedo ayudar a ellos, y ellos me pueden ayudar a mí”, dijo a horas de su primer entrenamiento. El ego se evaporó. Incluso el ego sano que a veces ataca a los entrenadores, eso de creer que ellos sí pueden rescatar al Titanic aunque una decena de capitanes haya fracasado antes. En este caso, Alfaro observó y manifestó sin temor “ellos me pueden ayudar”.

La misión prioritaria de Alfaro era convertir ese capital de mañana en rédito inmediato. No era fácil. El fútbol hace la mímica de la palabra proyecto, pero internamente pronuncia urgencia. Esa abreviación necesaria para que estos jóvenes se transformaran en base de un seleccionado que estará en Qatar 2022 precisaba de convencimiento y autoridad. El resultado da confianza, pero lo que brinda convencimiento es el funcionamiento y lo que establece autoridad es el respeto y la conducta. Alfaro logró todo eso en su Ecuador. Lo logró en la victoria, el empate y la derrota. Lo logro porque, en esencia, es un profesor y tiene jugadores dispuestos a aprender día a día.

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Estudioso al detalle, sabía con lo que se iba a encontrar y elaboró un plan de trabajo. Su primer dossier debía contar con todos los futbolistas ecuatorianos con chances de ser seleccionados. No importaba la edad, no importaba la cantidad de partidos en Primera. El diagrama era claro: primero la gran lista, después el plantel, después el equipo. “No podía darme el lujo de dejar afuera a nadie”, remarcó el entrenador en noviembre pasado en una entrevista televisiva ¿Qué hizo Alfaro? Antes de pensar en 4-4-2, 3-5-2 y demás numeritos telefónicos, su primer trazo en el pizarrón fue eliminar los preconceptos. En el proceso trabajaron 7 ayudantes. Sí: 7 personas se encargaron de analizar a todos los futbolistas ecuatorianos por el mundo. Segundo gran acierto.

De esta manera, Alfaro agrandó su base. Y eso no solo repercute en variantes, sino en estados de ánimo, fundamentales para lograr compromiso, la primera llave del éxito. Integró y esperanzó a una gran cantidad de jugadores. Le dio valor a cada partido de consumo doméstico en el que pudiera haber un seleccionable ¿Cuántos se dieron cuenta de eso? Alfaro es un entrenador de intangibles.

Les fue claro con los objetivos. No se recluyó en apellidos, ni caciques. Evaporó la queja mediática del “¿Por qué no cita a tal?”. A partir de allí, sus capacidades en los entrenamientos comenzaron a vincularse con el talento a administrar. Fue así como, por ejemplo, Moisés Caicedo, ya un descomunal proyecto en Independiente del Valle, inició a paso firme su sendero hacia el kit del mediocampista completo. Alfaro no solo fue un propagador del fundamento, sino que también moldeó la cabeza de Caicedo para el siguiente nivel. Y no se quedó allí: le agregó matices a su menú táctico. Lo mismo hizo con Piero Hincapié o Gonzalo Plata. Lo consiguió con defensores, mediocampistas y delanteros. Se insiste: lo de Ecuador es integral, adentro y afuera de la cancha.

Alfaro junto a Caicedo (Getty)

Alfaro junto a Caicedo (Getty)

Alfaro citó un total de 49  futbolistas a través del proceso eliminatorio. Sí, 49... Ese suele ser un rasgo de quien no obtiene resultados. En Ecuador es una de las explicaciones del éxito. Hay un grupo sólido que respeta a su entrenador y está dispuesto a dar todo, tengan 19 años o 36, jueguen siempre de titular o sean convocados una vez cada 4 fechas ¿Por qué? Porque reina el contexto. El mismo que los hizo buscarse y decirse sí. Alfaro abrió y fortaleció la cabeza del jugador ecuatoriano. La “Tri” ya igualó su segunda mejor Eliminatoria como visitante con el formato todos contra todos y empatará su mejor cosecha histórica a domicilio si vence a Paraguay en la penúltima fecha.

El futbolista ecuatoriano se destacará por su velocidad y por su técnica. Alfaro siempre lo hará por entender el juego desde el orden. Insólitamente, cruzar a esos identikits se suele advertir como un error, como si fuera a resultar en un mamarracho. Un maestro del fútbol argentino, José María Minella, solía decir: “Sin ignorar quiénes son los que juegan, orden contra desorden gana el orden. Y orden contra orden... suelen ganar los jugadores”. Ecuador y Alfaro se necesitaban. Son complementarios, no “opuestos que se atraen”.

“Alfaro es un DT defensivo que va a limitar a los grandes que proyectos que tiene Ecuador”.
Respuesta al preconcepto:

- Ecuador es el segundo equipo con más goles a favor (25), solo superado por Brasil.

- Es solamente uno de tres (Brasil y Argentina son los otros) con diferencia de gol positiva (+10).

- Es el equipo con más remates después de Brasil y Argentina.

- Es capaz de jugar con y sin la posesión como base de juego: 51%.

- Es el 4º con más pases en campo rival. Y con casi un 80% de eficacia.

“Los jugadores de Ecuador no le van a hacer caso a Alfaro, no van a tener la disciplina”.
Respuesta al preconcepto:

- Solo Brasil y Argentina tienen menos goles en contra.

- Solo Brasil y Argentina tienen menos remates en contra.

- Solo Brasil y Argentina tienen más vallas invictas.

- Es el equipo que más convirtió de pelota parada: 7.

Los datos pertenecen a un informe de Opta. Detalla el upgrade colectivo y también el individual. El máximo goleador de Ecuador en las Eliminatorias es Michael Estrada (6). No representa ni siquiera el 25%. Enner Valencia y Plata marcaron 3. Estupiñán, Moisés Caicedo, Félix Torres y Ángel Mena aportaron 2. Gruezo, Beder Caicedo, Hincapié, Arboleda y Arreaga firmaron uno cada uno. El gol también se ha manifestado como una tarea de grupo, con un reparto que involucró a todas las líneas.

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Estrada y Caicedo son parte del Top 10 que toma el producido de goles + pases gol. Y Plata está muy cerca. Ecuador es, de hecho, el seleccionado con más integrantes en el Top 20 de ese apartado (los citados más Ángel Mena y Enner Valencia). Caicedo y Mena también aparecen en el top 10 de pases gol + chances creadas. Félix Torres es el futbolista con mayor porcentaje de duelos ganados en las Eliminatorias a Qatar 2022: 67.6%, por delante de Nicolás Otamendi.

Moisés Caicedo es el tercer futbolista con más pases efectivos en campo rival dentro del top 15 de ese apartado estadístico. Su 85% solo es superado por el 88.5% de Leandro Paredes y el 87.7% de Rodrigo De Paul. Como remarcan el juego y los datos, lo de Ecuador es una tarea de conjunto que refuerza las virtudes individuales, uno de los postulados imborrables de Alfaro. La falta de un arquero garantía es, probablemente, su déficit más pronunciado.

Alfaro se ha nutrido de un excelente trabajo en juveniles en selecciones y también a nivel clubes. No, no es un mago que saca agua de las piedras. Está a cargo de una de las mejores camadas de Ecuador en décadas. La “Tri” fue subcampeón sudamericano sub 20 en 2017 y campeón en 2019 (las últimas ediciones del certamen). Además, fue 3º en el último Mundial Sub 20.

En la actualidad, Ecuador cuenta con una fascinante camada de fubolistas de 23 años o menos que ya son parte de su selección asboluta: Moisés Caicedo (20), Piero Hincapié (20), Gonzalo Plata (21), Byron Castillo (23), Alan Franco (23), José Cifuentes (22), Diego Palacios (22), Washington Corozo (23), Hurtado Cheme (20),  Erick Ferigra (23), Leonardo Campana (21), por citar algunos. Acompañados de otros que no superan los 25 como Estupiñán, Ángelo Preciado, Félix Torres, Estrada, Méndez o Jordy Caicedo, es muy probable que lo mejor aún esté por verse.

Lo que ha desarrollado Independiente del Valle en los últimos años es para tutorial. Fue finalista en las últimas tres ediciones de la Copa Libertadores Sub 20 y es el único equipo no brasileño o argentino que ha ganado un título top de CONMEBOL en las últimas 5 campañas (Copa Sudamericana 2019). Su trabajo de base es notable y lo hace con el plus de la identidad de juego. Es una marca reconocible en el continente. Ecuador también tiene al único semifinalista de Libertadores no argentino o brasileño desde 2017: Barcelona. Lo logró en 2017 y 2021. Tampoco es casualidad. Y es parte de lo que leyó Alfaro antes de firmar.

El entrenador argentino se encamina a cumplir 30 años en la profesión. Como manifestó recientemente, ya conoce cuáles son las batallas que tiene que dar. Eso de que rinde en Huracán, Arsenal, Quilmes u Olimpo, pero no sirve para grandes desafíos (San Lorenzo, Boca) es un lugar común sin sentido. Cómo si ganar títulos internacionales con Arsenal o clasificarse a la Libertadores con Quilmes o llevar a un Mundial a Ecuador fueran algo a menospreciar... ¡Por favor!

Bienvenidos sean Gustavo Alfaro y su fascinante grupo de futbolisas para desterrar esas etiquetas nefastas y poner el juego por delante de las palabras y de los prejuicios. La verdad está en la cancha. Y allí, en el verde césped, Ecuador está a menos de medio paso de Qatar 2022.