Abandonó su país con su bolso a cuestas, buscando llevar su fútbol por el mundo. Primero arribó a España pero en el 2021 se convirtió en la primera extranjera en sumarse al Pachuca Femenil. Hoy en el León. Ruth Chule Bravo sigue buscando cumplir sus sueños, como cuando fue campeona en Boca Juniors de Argentina o disputó un Mundial.
Como muchas niñas, a Chule -por el perro Chuletas, el personaje de la serie de Nickelodeon, apodo que llevaba de pequeña por su peinado- no se le hizo fácil jugar al futbol. Su madre, fanática de este deporte, la dejaba ir a entrenar pero con la condición de practicar también danzas, que era el deseo de su padre.
Por eso es que la delantera debía jugar muchas veces a escondidas, para que todos fueran felices y de esa manera cumplir el sueño de llevar el balón bajo la suela. No fue la única traba que debió sortear mientras diseñaba su carrera de futbolista: también las palabras hirientes que le decían quienes la veían jugar en las calles de Salta, donde nació, o Magdalena, donde se crió.
Su padre soñaba con que ella fuera modelo o bailarina. Pero en su barrio le decían marimacho. Chule jamás agachó la cabeza: “Les respondía o les pinchaba el balón”, contó entre risas alguna vez. Hasta que encontró el primer club que la acogió, el Argentino Juvenil, de la Liga Amateur Platense para luego dar el salto a Estudiantes de La Plata, uno de los equipos grandes de la zona.
“A mi me gustaba jugar a la pelota de niña, lo hacía por hobby, en esa época no había futbol femenil”, cuenta quien quitaba las cabezas a sus muñecas para convertirlas en una pelota.
Sus primeros títulos
Boca es el máximo ganador del futbol femenil en Argentina y uno de los clubes que más apuesta para que sus jugadoras puedan dedicarse sólo a pensar en entrenar y ganar. Allí llegó Bravo, siendo la 10 o jugando como mediapunta, para conseguir su primera corona como futbolista, en el año 2018.
Sin embargo, su llegada ase club fue nuevamente por su madre Liliana, su gran sostén. Chule se había alejado del futbol cuando sufrió una grave lesión, a poco de viajar para disputar la clasificación para un Mundial sub 20. Tras recuperarse, se alejó de los campos de juego durante cinco años.
Al regresar, tuvo la posibilidad de jugar nada menos que en River Plate. Pero tras ir a una prueba, su madre le dijo llorando que no quería verla con esa camiseta. Al ser deseada también por Boca, entonces no hubo dudas y cruzó la vereda.
Tras perder una final con el equipo xeneize, Bravo decidió armar sus valijas por primera vez: el CD Tacón, afincado en Madrid, tenía como misión ascender a la Primera División de España para luego ser absorbido por el Real Madrid, que por entonces no contaba con un equipo femenil en la máxima categoría.
Si bien lograron el tan ansiado campeonato, luego Chule se marchó hacia el Rayo Vallecano, hasta que surgió la posibilidad de cruzar hacia México y ya no querer irse nunca más. En el 2022 estuvo muy cerca de alzar el campeonato, cuando las Tuzas cayeron en la final ante Chivas y fueron subcampeonas.
Pese a ser un pilar fundamental en aquel equipo, la mundialista (disputó la Copa del Mundo de Francia 2019 con Argentina) pasó al León, donde compartió equipo con otras argentinas.
Hoy es una de las referentes de La Fiera, a sus 32 años, marcando el camino de las más jóvenes y luchando por su sueño de ver a su equipo en lo más alto algún día.