Este sábado, en el Cosmopolitan de Las Vegas, el argentino Fernando Pumita Martínez, un desconocido para buena parte del público presente, acabó con uno de los reinados más largos del boxeo en la actualidad, venciendo en una inapelable decisión unánime al filipino Jerwin Ancajas para arrebatarle su título mundial de peso súper pluma de la Federación Internacional de Boxeo.
Con 30 años y un récord profesional invicto que ahora se compone de 14 victorias, sin empates, el peleador nacido en Avellaneda se convirtió en el primer campeón mundial de la promotora de Marcos Chino Maidana –Chino Maidana Promotions-, probablemente el excampeón mundial argentino más reconocido en los Estados Unidos, especialmente por sus dos peleas anteFloyd Mayweather.
Tanto Martínez como Ancajas se brindaron al espectáculo desatando una verdadera guerra de golpes y contragolpes, mostrando ambos una gran capacidad para asimilar el castigo rival y la clara intención de ir siempre hacia adelante en busca de una definición por la via rápida que no llegó, pero que de todas formas contó con todos los condimentos necesarios para que el combate ya sea candidateado para el mejor del año.
En ese batallar, el argentino empezó a encontrar dividendos desde el cuarto asalto, haciendo cada vez más notoria su superioridad, con un altísimo porcentaje de efectividad para conectar sobre la humanidad de Ancajas sus golpes de poder y con un gran cierre que le permitió llevarse la victoria con tarjetas de 117-111; 118-111 y 118-110.
El llanto y la emoción de Fernando Martínez
En sus primeras declaraciones a las cámaras de ShowTime tras coronarse como campeón mundial de peso súper moesca de la FIB, Martínez lograría conmover a todos los presentes y también a aquellos fanáticos que alrededor del mundo habían estado siguiendo las acciones de la pelea. El recuerdo de su padre fallecido, que le había dicho que se convertiría en campeón mundial; y de su madre, que luchó para alejarlo de las drogas y la mala vida, fue también prueba de la humildad que caracteriza al nuevo monarca de la división.
“Me hubiera gustado que mi papá pudiera estar acá conmigo para verlo”, dijo sin ocultar las lágrimas de su emoción, con la voz anudada por las sensaciones que lo inundaban. “Se me cumplió el sueño y ahora voy a poder ayudar a mi mamá a comprar su casa”, agregó. ¡Felicidades, campeón!