El 10 volvió a la titularidad ante el Manchester City y, con total facilidad, anotó tres de los cuatro goles de Barcelona. No le importa nada.
Messi no entiende nada, no percibe ciertas sensaciones como el resto de los mortales. Uno cree que la vuelta de una lesión es paulatina, tres semanas afuera se supone que llevan a tomar precauciones y no arriesgar en demasía.
Y bueno, quizá de eso se trata. A esta altura da la sensación que para Messi hacer un gol, dos o tres; no requiere ningún esfuerzo. Es cierto que hay situaciones y contextos más complejos, donde el crack expone su humanidad y uno ve que siente, que transpira e incluso que sufre.
Pero en el Camp Nou nada de eso suele pasar. Un desgarro lo apartó más de 20 días de los campos de juego y su vuelta se lleva a cabo como si nada, como si no hubiese habido parate, como si todo fuese tan simple, como si en el medio la Selección Argentina no haya sufrido en extremo su ausencia.
No, el muchacho entra contra Deportivo La Coruña y en 3 minutos hace un gol. Luego vuelve a ser titular ante Manchester City, con Guardiola al mando, por Champions League y desparrama a su amigo Bravo por el piso, le clava un segundo y, por las dudas, también lo manda al fondo de la red a Willy Caballero.
Lo has conseguido, ya nada nos sorprende. Estás loco, Lionel. Loco de fútbol.
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