En la final de la Liga MX, Ronaldinho puso su picardía al servicio del juego para robarse un gol de las manos del portero Agustín Marchesín, pero el árbitro ofició de aguafiestas y se lo anuló.

El crack brasileño necesitaba despedirse del torneo y de Querétaro con una jugada que llevara su sello. Y lo que no le permitió su entrenador, sentándolo más de lo debido en el banco de suplentes, ni su físico, al que ya le pasa factura una vida de máximo disfrute, se lo inventó a pura picardía.

Santos terminó consagrándose campeón tras ganar la serie por 5-3

Pudo ser más que una anécdota, porque al momento de crear una nueva jugada de esas que recorren el mundo, su equipo ganaba por 3-0 y sólo necesitaba dos tantos más para igualar una serie que parecía, y fue, imposible de remontar.

Con el andar cansino que lo acompañó los últimos años, Dinho pasó a un costado de Agustín Marchesín, portero de Santos, simulando un regreso al propio campo. Pero cuando el argentino se disponía a volear el balón para ponerlo en juego, el brasileño se lo robó de las manos y definió al gol. Pero…

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