Los datos oficiales señalan que Ricardo La Volpe comenzó su trayectoria como director técnico en 1983 con Halcones de Oaxtepec, sin embargo su vocación de entrenador nació 10 años antes en Argentina gracias a un club en el que no jugó pero que influyó demasiado para apreciar el futbol más allá de lo que se observa desde la portería.

Bajo el arco de Banfield, La Volpe contempló el panorama de obligación al acierto que se le adjudica a todo futbolista que se desempeña como portero. Su visión de campo como arquero no permitía mínimas distracciones porque el error era y es condena, un acto imperdonable para quien elige la posición más ingrata del futbol. Solamente debía estar atento al ataque del equipo rival.

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Con esa educación de perfección que se imponen los propios guardametas, aunado a la presión de afición y prensa para que así sea, La Volpe obtuvo resultados: fue campeón de la segunda división con Banfield en 1973.

En ese mismo año, lejos de la cancha, con inquietud e interés de apreciar en su justa dimensión todo lo que sucedía en el rectángulo verde, La Volpe disfrutó el juego como un hincha más sin saber que en su interior estaba formándose un entrenador de convicciones orilladas al buen trato de la pelota. El motivo de la única distracción que se concedía fue Huracán.

Bajo la dirección técnica de César Luis Menotti, Huracán fue campeón de 1973 en la primera división argentina. En Sudamérica y Europa se hablaron maravillas de ese equipo. Consiguió el título como consecuencia de un estilo que proponía a la ofensiva con disfrute de poseer el balón y saber qué hacer con él. No había jugadas desperdiciadas, ni sufrimiento de por medio. Era el sinónimo de alegría.

Y eso enamoró a La Volpe. Fascinado con la idea futbolística de Menotti fue acercándose en su intimidad a la labor del pizarrón sin descuidar sus obligaciones como portero. Después de haber visto lo que hicieron tipos como Alfio Basile, Miguel Ángel Brindisi, Carlos Babington y René Houseman con Huracán, apreció la importancia de contar con un plantel donde todos sus elementos se complementen en sincronía para desarrollar buen futbol.

Así, 1973 fue el año en que La Volpe vio nacer y adoptó para el resto de sus días una filosofía cuestionada por la falta de campeonatos pero alabada por su propuesta para buscarlos. De forma paradójica, como si la etiqueta de arquero la portara todavía, muchos no le perdonan las fallas. ¿Cuáles? No ganar títulos. Mientras tanto, Josep Guardiola lo considera una influencia.