El aislamiento social obligatorio en Argentina tiene sus excepciones. Gente que trabaja para empresas esenciales para el país deben ir a sus trabajos, en caso de que no puedan hacer home office.
Pese a esta autorización, si no se sienten bien o tienen síntomas compatibles con el coronavirus no deberían ir. Durante el viaje en transporte público, los retenes policiales controlan a los pasajeros para ver como están y si pueden salir.
En uno de esos procedimientos, los agentes de seguridad dieron con una mujer que estaba con una tos muy fuerte. Después de un breve interrogatorio, se dieron cuenta que probablemente sea una persona infectada, ya que, tenía fiebre.
La policía intentó retirarla del colectivo de la línea 67, pero ella se negó. Tras un largo forsejeo, terminaron sacándola y la llevaron al Hospital Múñiz para que la atienden y le hagan el test correspiende.
Respecto a los otros ocupantes del micro, fueron todos llevados hasta sus casas y se les estableció una cuarentena obligatoria, hasta saber si la mujer da positivo o no. En caso de que de negativo, podrán volver a su trabajo.
Si da positivo, deberán hacerse los test y estarán en observación en el centro médico más cercano. Una situación que parece de película de terror, pero se que se vuelve común en todo el mundo.