Los casos de Naomi Osaka y de Simone Biles marcaron un cisma. Un antes y un después para el deporte de alto rendimiento. Algo así como una gran hecatombe que movió los cimientos del deporte a gran escala.
Para Osaka, la tenista hatiano-japonesa de 24 años (16 de octubre de 1997), fue un largo y arduo camino. Hace unos meses anunció que la presión de estar en la élite podía con ella y comenzó primero alejándose de la prensa y después de las canchas. Un asunto que la llevó a renunciar a Wimbledon tras explicar en Roland Garros no tendría contacto con la prensa dado que “no se tiene consideración con la salud mental de los deportistas”.
Tras el llamado de atención público, Osaka participó de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, donde encendió el pebetero en la fiesta inaugural y luego quedó eliminada en tercera ronda ante la checa Marketa Vondrousova. “Es algo que tenía que hacer por mí misma. Me apetecía quedarme en casa un par de semanas y me daba algo de vergüenza salir porque no sabía si la gente me vería de una manera distinta a lo que era antes. Pero el gran cambio fue llegar a los Juegos Olímpicos, donde muchos atletas se acercaron y me dijeron que estaban muy contentos de lo que hice, por lo que después de eso estoy orgullosa de lo que hice y creo que era algo que era necesario hacer”, explicó la tenista japonesa.
Casi en sintonía, la norteamericana Simone Biles se retiró de la final por equipos y posteriormente del all-around individual de los Juegos de Tokio 2020 para priorizar su salud mental. “La experiencia de los Juegos Olímpicos ha sido, definitivamente, más que un desafío. Competir sin público, sin la familia, haber estado en cuarentena a causa del Covid19 y saber que eres la líder para las ‘Supervivientes’ (las gimnastas que denunciaron por abuso sexual a Larry Nassar, ex médico de la selección nacional de su deporte) siendo una de ellas que aún sigue en el deporte”, detalló Biles en una entrevista que le concedió a la reconocida publicación Time. Y agregó: “Cuando estoy en el tatami es como si me sintiera sola. Afortunadamente siento que he hecho un gran trabajo, pero también es demasiado, es mucha carga. Pensar mucho las cosas te puede ayudar, pero también te puede herir a veces. Pienso que la mayor parte del tiempo me beneficia, pero entonces, cuando está dentro de tu cabeza, es cuando se convierte en doloroso. Y entonces empiezas a pensar demasiado sobre tus habilidades, tus rutinas, tu confianza y el equipo”.
Ante semejantes denuncia, ahora quien salió a respaldar a las deportistas fue la leyenda del atletismo Michael Johnson. Se trata, nada menos, de uno de los mejores velocistas de todos los tiempos y referente mundial en los 200 y 400 metros durante años, con cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos y ocho títulos mundiales. Lauros suficientes como para reclamar por la protección de la salud mental de los deportistas, con una clara alusión a los casos de Simone Biles y Naomi Osaka.
“El deporte de elite puede ser malo para la salud mental”, dijo Johnson en un comunicado para la Academia Laureus, sumándose a lo que fue el Día Mundial de la Salud Mental. “Estaba trabajando para la BBC cuando Simone Biles se retiró de la competición durante los Juegos Olímpicos de Tokio. Había pensado mucho en Naomi [Osaka] desde Roland Garros. Esta vez, decidí, voy a esperar un poco. Día a día, Simone hablaba con sinceridad y detalle, y cuanto más lo hacía, más nos acercábamos a la comprensión”. Y continuó: “El aspecto mental de este deporte puede anular por completo el talento físico incluso del mejor competidor. La salud mental es un problema que nos afecta a todos. No es algo que se pueda diagnosticar y analizar en tiempo real desde la cabina de transmisión o en las redes sociales. Tenemos que escuchar”.
Para ser más concreto en su alocución, Johnson regresó a sus tiempos como atleta y subrayó: “Cuando llegas a donde yo estaba, o donde Naomi y Simone están ahora, estás haciendo tu trabajo delante de millones de personas. Por muy preparado que estés físicamente, eso tiene un coste mental. He entrenado toda mi vida para esto. Lo quiero tanto. Pero puedo fracasar. Puede que no vuelva a tener esta oportunidad. Puedo defraudar a mis compañeros de equipo. Mi contrato podría no ser renovado. Y todo el mundo está mirando, todo el tiempo”.