El jueves pasado, después de perder LaLiga ante Real Madrid, Lionel Messi explotó. En pleno campo de juego, La Pulga disparó para todos lados: “Somos un equipo muy irregular, muy débil, que le ganan por intensidad. Resume mucho nuestro año. El Madrid hizo lo suyo. Del parón a ahora no perdió ningún partido, pero nosotros le ayudamos. Tenemos que hacer autocrítica. Estamos obligados a ganar partidos, somos el Barcelona”.

Y después tiró: “Lo dije tiempo atrás: jugando así no vamos a ganar la Champions. Mirá, no nos alcanzó ni para La Liga.Si queremos pelear por la Champions vamos a tener que cambiar, sino vamos a perder contra el Napoli también”. Durísimo. Explotó todo. Muchísimo se habló de la continuidad de Quique Setién.

Hoy, el diario Mundo Deportivo, publicó una nota donde contaron que, 3 días después de esa tarde, el entrenador de Barcelona tomó las armas. ¿Por qué? Porque se sentía afuera del club.

“Leo, tenemos que hablar”, le habría dicho. Quedaron 1 vs 1. Hablaron sólos, debatieron muchas cosas. Días después, el Barça goleó 5 a 0 al Alavés y Messi dijo: “Dijimos todo lo que había que decir. No hay más que hablar, sino demostrar que dimos el paso del cambio y eso es lo importante. El equipo respondió de otra manera, por actitud y compromiso”.

Parece que ahí terminó todo. Todas las partes saben que el partido ante Napoles, por los octavos de final de la Champions League, es lo único importante ahora. Ganar o morir.