Hoy en día suena normal que una Ferrari pueda ser roja, amarilla, blanca o negra. Pero para 1986 era algo inédito, es más, inexistente. Aún más si se trataba de una Testarossa, la auto insignia de la marca italiana. Pero en esa época, Diego Maradona reinaba en el fútbol italiano y al rey hay que darle los gustos.
En aquel año, Maradona ya era una figura de status mundial y, consecuentemente, tenía caprichos de estrella. Varios de ellos de un momento a otro. Uno de esos antojos fue la compra de una Ferrari, algo normal para alguien como Diego. Pasa que Pelusa no era de este planeta, él quería una Testarossa negra, algo que ni siquiera se fabricaba.
La historia involucra a su representante y compinche por aquellos años, Guillermo Coppola. Ya había quedado lejos la época de su primer auto, un Fiat 128 rojo que había adquirido en la navidad de 1982. Diego quería el auto del momento y con un sello personal.
A lo largo del tiempo, Coppola contó en diversas entrevistas que el pedido del Diez lo dejó anonadado. Existían algunas Ferraris negras pero era una rareza de esos movidos años ‘80. Era muy extraño que un auto que saliera de la fábrica de Maranello salga de un color distinto al rojo característico de la marca.
Pasado julio de 1986, Diego estaba en la cúspide de su carrera. Venía de ser campeón del mundo con la Selección argentina en México 1986 y en Nápoles estaba por comenzar la temporada de su primer Scudetto con el equipo sureño.
Con todos esos pergaminos le pidió a su representante que mueva cielo y tierra para conseguir la Ferrari negra. De ser necesario, contactar al mismísimo Enzo Ferrari, que atravesaba los últimos años de su vida.
El mismo jugador en un momento llegó a decir: “Coppola es vivísimo, fuma abajo del agua”. Y lo era. Por esos años la relación entre Corrado Ferlaino, presidente del club, y Maradona no estaba del todo bien.
El representante consiguió el auto y se lo dio a Ferlaino para que él se lo entregue a Diego y, así, mejorar un poco las cosas. Pero Coppola estaba en todo. Le hizo pagar el auto al presidente y le sumó unos cuantos dólares para hacerse una diferencia.
Cuando Diego vio el auto quedó maravillado. Hasta que vio el interior. No contaba ni con estereo ni con aire acondicionado. Coppola le explicó que no contaba con esas comodidades porque se trataba de un auto de carreras. Más allá de eso, Diego se la quedó y la usó varios años. Años más tarde, cuando volvió a Boca, en algunas oportunidades iba a entrenar con la Ferrari.
Hay varias teorías acerca de si fue la primera Ferrari negra o no. Hay fuentes que aseguran que lo fue. Otras afirman que la primera fue propiedad del actor Sylvester Stallone. El coche era una verdadera máquina y un símbolo de los ‘80. Llegaba a superar los 300 kilómetros por hora y contaba con 390 caballos de fuerza.