Llegó el momento. 24 años tuvieron que pasar para que Diego Armando Maradona vuelva a dirigir en la máxima categoría del fútbol argentino. Y su regreso no fue del todo feliz, ya que culminó con derrota ante Racing.

Pero no se puede analizar el funcionamiento del 'Lobo' de Maradona sin contextualizar: arribó a este partido contra el último campeón de la Superliga Argentina envuelto en necesidades y en el fondo de la tabla de posiciones.

Bajo esa órbita, Gimnasia salió al campo de juego de la manera que todo el mundo esperaba: impregnado por una motivación clara por la llegada de quien es, para muchos, el mejor jugador de todos los tiempos.

Desde el primer instante del juego, el local evidenció ganas y voluntad. Eso jamás faltó. Tal es así que, por momentos, los dirigidos por Diego se pasaron de revoluciones y terminaron apurándose cuando tenían un segundo más para decidir y ejecutar.

Y así se jugó el partido. Un partido que no tuvo demasiadas luces por parte de ninguno de los dos equipos, pero que se terminó decidiendo por errores en momentos puntuales y la jerarquía de los visitantes.

Cuando Gimnasia, envalentonado por la presencia divina que brindaba indicaciones del banco de suplentes, arrinconaba a Racing, Alexis Martín Arias, su mejor hombre a lo largo de los últimos tiempos, cometió un error garrafal y los de Eduardo Coudet se pusieron en ventaja.

El panorama se oscureció todavía más para el anfitrión, que no perdió las ganas en ningún momento pero que no encontró claridad. Con limitaciones y dificultades siguió buscando hasta que encontró su premio.

Un premio que llegó por la vía aérea pero que duró extremadamente poco: una desatención defensiva y un rebote fatal dejaron a Matías Zaracho mano a mano con el arquero. Y otra vez a sacar del medio.

Fue un golpe durísimo para Gimnasia, que otra vez debió correr desde atrás, apostando a los envíos aéreos y a algunos arrestos individuales. Allí decidió cambiar golpe por golpe: lo pudo perder por más y hasta lo pudo empatar, pero el marcador no se movió.

En la última acción del encuentro, Matías García quedó solo para estampar el 2-2 y desatar la locura pero su remate con la pierna inhábil se fue por arriba y las ilusiones de un equipo que expuso más ganas que fútbol se esfumaron por completo.

A partir de ahora, Maradona y su cuerpo técnico deberan intentar sostener el espíritu combativo de este equipo pero empezar a hallar otros argumentos futbolísticos para poder dar pelea en una batalla en la que Gimnasia tiene que sumar de manera urgente.