En el mundo del fútbol resulta sumamente común encontrar historias de superación. Son muchos los jugadores de máximo nivel que vienen de lugares humildes y peligrosos y este es el caso de Antony, estrella de Brasil y Manchester United.
Al igual que muchos otros jugadores brasileños, Antony proviene de una fevela. La infancia del futbolista fue dura por el contexto en el que se dieron sus primeros años, rodeados de inseguridad en su lugar de origen.
El jugador de Manchester United ha recibido muchas críticas en los últimos años por su estilo de juego. El atacante se caracteriza por su gambeta y ha relacionado esto con todo lo que vivió en su infancia en una entrevista con The Players Tribune.
Barrio “Inferninho”
Antony habló del barrio donde pasó la mayor parte de su infancia. “Si realmente me quieren conocer como persona, primero deben entender de donde vengo. Mi historia, mis raíces. Inferninho. Es un lugar infame. A 15 pasos de mi casa siempre había traficantes de droga haciendo sus negocios, pasando cosas de mano a mano. El olor siempre se sentía afuera de nuestra ventana“.
“Hombre, las cosas que he visto…solo aquellos que lo han vivido lo pueden entender. Una mañana caminando a la escuela, tenía 8 o 9 años, había un hombre tirado en el callejón, cuando me acerqué me di cuenta que estaba muerto. En la favela te vuelves como indiferente a estas cosas. No tenía por donde ir, y tenía que ir a la escuela, así que simplemente cerré mis ojos y pasé por encima” relató el jugador.
El brasileño señaló la importancia del fútbol en su desarrollo como persona. “No digo esto para sonar rudo, simplemente era mi realidad. De hecho digo que fui un niño muy afortunado, porque a pesar de todos los problemas, fui bendecido con un regalo del cielo. El balón era mi salvación. Mi amor desde la cuna. En Inferninho no nos interesan los regalos para navidad, cualquier pelota que gire es perfecta para nosotros“.
“Cada día, mi hermano me llevaba a la plaza a jugar al fútbol. En la favela todos juegan. Niños, viejos, maestros, obreros, narcos, gangsters. Ahí son todos iguales. En mis tiempos se jugaba en asfalto, en el comienzo jugaba descalzo y me sangraban los pies. No teníamos dinero para zapatos. Yo era pequeño, pero gambeteaba como si Dios me enviara el talento. Gambetear estuvo siempre dentro de mi, es mi instinto natural y me rehúso a agachar la cabeza ante nadie. La hacía el elástico a los narcos, y caños a los ladrones, realmente no me importaba quienes eran” añadió.
Antony relacionó toda su infancia en la favela con la forma en la que gambetea en la cancha. “Cuando me llaman payaso por las jugadas que hago es porque no me conocen. No entienden por qué lo hago, pero estoy mandado un mensaje a casa“.