Existen dos caminos posibles y naturales para llegar a medir 2,31 metros. El primero es venir de una familia con una genética de personas altas, como fue el caso del ya fallecido Manute Bol. O, el otro, ser un caso único de la naturaleza, tal como es el caso del rumano Gheorghe Muresan.
Gheorghe nació el 14 de febrero de 1971, en Cluj, un poblado ubicado en la región de Transilvania, en Rumania. Pero su altura no era para nada normal. Por eso, tras visitar varios médicos, le diagnosticaron acromegalia, una enfermedad que produce un exceso en la hormona del crecimiento. La misma puede generar tumores en la glándula pituitaria, aunque suelen ser benignos.
Pero a los 14 años, un médico, sorprendido por su altura le preguntó en qué club jugaba al básquet y Muresan le respondió que no practicaba deporte. Luego de ese episodio, Gheorghe ingresó a la Universidad de Cluj, donde comenzó a jugar al básquet de una vez por todas.
Con el paso de los años su juego se fue puliendo y llegó a ser un reconocido jugador europeo con actuaciones épicas. Una de ellas fue contra el Pau-Orthez de Francia por la Recopa europea de 1992. Su performance fue tan buena que a los franceses no les quedó otra que ficharlo. Su primer ciclo allí fue de un año, pero le sirvió para ponerse a tono desde lo físico y ganar una Copa de la Liga francesa.
Su fama fue tal que se declaró como elegible para el Draft de la National Basketball Association (NBA), en el año 1993. Por suerte para él hubo un equipo que se la jugó y decidió elegirlo en la posición número 30, ese equipo fueron los Washington Bullets.
Pero no todo era color de rosas. Al tiempo de la apuesta, le encontraron un tumor en la glándula pituitaria y la franquicia lo apoyó en todo momento, tanto en la cirugía como en el proceso. El mismo fue extirpado con éxito y eso lo ayudó a extender su esperanza de vida, teniendo en cuenta la difícil enfermedad que tenía desde su nacimiento.
Pero para los fanáticos de los Bullets el acontecimiento no fue tan importante, ya que la franquicia había contado con el otro jugador más alto de la historia, Manute Bol. Es más, para 1994 llegaron a jugar juntos en dos partidos.
Muresan usó un dorsal bastante peculiar en la NBA, el 77. Eligió ese número tan poco habitual porque era su altura. El 77 formaba su altura en pies y pulgadas… 7 pies y 7 pulgadas.
El rendimiento del rumano en la liga fue bueno y en la temporada 1995/1996 llegó a ser el jugador que más mejoró. Ese campeonato promedió 14.5 puntos, 9.6 rebotes y 2.3 tapones por partido. Además, en esa campaña y en la siguiente fue el jugador con más acierto en tiros de campo.
Pero por diversos problemas físicos Muresan tuvo que abandonar la NBA en el año 2000 a sus 29 años. Aunque no se retiró del básquet y continuó jugando en Europa hasta el 2006.