En un partido ultra trabado y donde prácticamente se jugó de un lado del campo, Roma logró resistir el empate sin goles ante Bayer Leverkusen para llegar a la final de la Europa League. El conjunto alemán intentó convertir y tuvo muchas ocasiones de gol, pero no pudo ante Rui Patrício y la defensa del conjunto italiano. Segunda final consecutiva de Europa para el equipo de Jose Mourinho.
Roma sólo se encomendó a aguantar los embates de un Leverkusen, que lo mereció ganar y hasta tuvo ocasiones de peligro claras. La garra de los Giallorossos, la cuota ganadora de Mourinho y la falta de precisión de los alemanes fueron las claves para que el gol de Bove en la ida haya sido la única diferencia en la serie.
El primer tiempo amagó con ser de golpe por golpe, ya que los romanistas avisaron rápidamente con un remate de Pellegrini, que se fue desviado, y el conjunto alemán respondió con una chance de Demirbay, bien controlada por Rui Patrício. Sin embargo, todo quedó en esos diez minutos.
Luego, el dominio fue absolutamente del Leverkusen, quien hasta tuvo un disparo al travesaño de Diaby desde la derecha. Esa fue la zona en donde el equipo de Xabi Alonso logró sacar más provecho. Un par de chances de Demirbay, un remate de Azmoun y otro de Palacios, más la siempre intacta calidad de Wirtz hicieron al Bayer claro protagonista.
Rui Patrício fue figura controlando toda oportunidad del equipo alemán, mientras que sus compañeros resistían como podían, aislando cada vez más a Abraham y Belotti. Sin Dybala, a Roma le costó controlar el partido con el balón. En la segunda parte, esto siguió de la misma forma y el arquero portugués seguía salvando a su equipo con cada chance de peligro.
Mourinho tampoco arriesgaba desde el banquillo para tratar de cambiar el trámite. Siempre fue resistir y guardar los cambios ante algún problema físico como pasó con Spinazzola (ingresó Zalewski) en el primer tiempo y con Zeki Çelik en el segundo (entró Smalling). El plan de Roma siempre fue claro: aguantar, tratar de perder lo máximo posible de tiempo, enfriarlo y así hasta el final.
A Bayer Leverkusen no le faltaron ocasiones de peligro. Azmoun tuvo un par en la segunda mitad, que podrían haber cambiado la historia. Un cabezazo bien controlado por Rui Patrício y, la segunda, un remate que pasó muy cerca del palo. No podían los de Xabi Alonso. Y en los últimos minutos, pese a todos los centros que tiraron, no pudieron batir al guardameta portugués.
La resistencia (y constante pérdida de tiempo) de Roma pudo más para clasificarse a una nueva final de Europa (ganó la primera Conference League de la historia en 2022). Mourinho volvió a aquellos años 2010 cuando impuso este estilo defensivo en partidos importantes de torneos internacionales. Otra vez, logra llegar a una nueva definición e ilusiona a todos en la capital de Italia.