Cuando el VAR llegó al fútbol argentino, una de las metáforas que se utilizaron para explicar su funcionamiento venía del reino animal: se trataba de los elefantes y las hormiguitas. En el primer caso, se trataba de errores enormes que debían ser reparados. En el segundo, de detalles que incluso muchas veces ni los propios protagonistas logran percibir.

 

La cuestión era buscar “errores obvios, claros y manifiestos” para poder evitarlos. “Cazar elefantes”. Sin embargo, lamentablemente nos encontramos con que en el actual torneo de la Liga Profesional se utilizan a las hormigas para manipular jugadas y resultados. Es ahí, en la distancia de un plano, en la cámara lenta que desvirtúa, en el error del análisis por fotos que se pueden torcer fallos hacia un lado o hacia a otro.

¿Es inocente la orientación? En el partido ante Patronato, el equipo que se vio beneficiado fue Barracas Central. Su presidente es Matías Tapia. Su capitán es Iván Tapia. Ambos son hijos de Claudio Chiqui Tapia, máxima autoridad de AFA. El club es indivisible de esa familia. Todos esos son hechos. A las lecturas también cuesta separarlas de esa cuestión.

“No entro a la cancha a beneficiar a nadie”, repiten los árbitros cada vez que una situación así se repite. Las dudas vienen de arrastre, del propio ascenso a la máxima categoría. ¿Ascendió Barracas únicamente por decisiones arbitrales? Sería injusto decir eso. Detrás hay una gran cantidad de profesionales que trabajan incansablemente para cumplir sus objetivos. ¿Hubiera subido sin esas cuestiones? Estoy más cerca del no, que del sí.

El partido entre Barracas y Patronato nos da una gran gama de variantes respecto del tema arbitraje. Cualquier cantidad de pequeñas decisiones que no se entienden, a favor del local. Pero un repaso de las dos más grandes nos permiten ver el “hormiguismo”. En el primer gol anulado, hay un supuesto desvío en un jugador de la visita. Ningún reglamento asegura que ese toque convertía una posición adelantada en fuera de juego. Se buscó el detalle.

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En el segundo gol anulado, lo que se revisa es una supuesta infracción sobre Calderara. En la primera repetición, con plano cerrado, no parece existir. Y si hubiera un contacto, también debería considerarse si lleva la fuerza suficiente para desestabilizarlo. Cuando el árbitro Baliño se acerca al VAR, lo que ve es una sola cámara, con un plano tan alejado que funciona como coartada para poder cobrarlo. En primera instancia, el árbitro había estado en un lugar inmejorable para observar la situación y decidió que no había nada irregular. Siempre que quieras encontrar una hormiga, vas a poder hacerlo. Se vuelve vital también que se empiecen a publicar los audios de las conversaciones entre las distintas autoridades.

Como estrategia de comunicación, Federico Beligoy, Secretario General de la Asociación Argentina de Árbitros, salió a hablar y mandó a sus colegas a hacer lo mismo. Entendían que callar equivalía a otorgar legitimidad a los reclamos. Todos justificaron, con mayor o menor convencimiento, la actuación de todos los integrantes de la terna arbitral, incluido lo actuado por Diego Ceballos, quien tiene un “prontuario” dirigiendo a Barracas Central, aunque se lo recuerde más por la definición entre Boca y Rosario Central en la Copa Argentina 2015.

Pero Beligoy sabía bien que lo que estaba justificando era la caza de hormigas. Es consciente de que lo decía no se ajustaba a la realidad. Es más peligrosa esa mentira que la reacción en caliente de los jugadores de Patronato, a quienes es imposible juzgar, porque todos hubiéramos hecho lo mismo ante tamaño despojo e injusticia, más cuando se están jugando cosas importantes como mantener la categoría.

Hechos como el de ese partido no le hacen bien al fútbol argentino y tampoco a su presidente. Hay un marcado contraste entre lo que es la gestión de Chiqui Tapia en la Selección Argentina, que mejoró tanto en resultados como en infraestructura, si lo comparamos con lo que es torneo de nuestro país. Quienes formamos parte de esto, de manera indirecta porque comentamos y no pateamos la pelota, debemos señalarlo. Con el simple gesto de contar los hechos, estamos contribuyendo para que la situación empiece a sanarse.