¿Cuántas vidas pueden entrar en una sola vida? Taxista, técnico de laboratorio, vendedor de malteadas, Concejal de Paraná, director ejecutivo, dueño de un complejo deportivo, vendedor, conferencista y, por supuesto, jugador de fútbol. Arquero más precisamente. A los 38 años, tres meses y 21 días Sebastián Bértoli se convirtió en el jugador más longevo en debutar en Primera. Y lo hizo después de tres ascensos con Patronato.
Conocer a Maradona, atajar un penal que casi lo deja sin ascenso a River, más de 500 partidos en Patronato, un récord de goles ¡Y al mismo tiempo tener un cargo político! Todo eso también le pasó a él gracias a ese sueño que persiguió desde chico y que alcanzó cuando muchos ya están pensando en el retiro. Hoy dice que tras colgar los guantes jamás se los volvió a poner.
Tampoco volvió a sentarse en un escritorio: está alejado de la política y del fútbol. Fue Concejal por Paraná hasta el 2019, cuando todavía atajaba. Y después asumió como director ejecutivo del Instituto Autárquico Becario Provincial, hasta el 2023. Y hasta intentó ser presidente de Patronato, donde es ídolo. Ahora, dice, está bien así, con su complejo deportivo, sus hijos y -por fin- tomándose un descanso de una vida que tuvo muchas vidas.
Bértoli trabajando en la función pública. Foto Instituto del Becario.
“He pasado por todos los ámbitos y tengo el placer de que me han enriquecido como persona. Toda esa diversidad, poder sentarme en una mesa a hablar con cualquier persona. En mis inicios como deportista, en mi adolescencia, he pasado de todo, vivir en pensiones, pasar algunas necesidades fuertes, que me enseñaron mucho, eso me lo dio el fútbol. Entonces, tengo la cabecita un poco dura, la piel bastante curtida. Y todo eso fue generando mi personalidad, mi tozudez para encarar objetivos y seguir en busca de eso”.
Esa tozudez fue la que después de haber pisado por primera vez una cancha de fútbol profesional lo llevó a decidir, casi decretar que sería futbolista. “Entré con mi papá a la cancha de Newell’s a conocerla cuando me fui a probar. Fuimos al estadio y justo estaba entrando el plantel. Había jugadores de experiencia como Llop, el Tata Martino y también estaban los jóvenes como Gamboa, como Pochettino. Los que uno veía en la tele porque Newell’s jugaba Copa Libertadores. Yo entré a la cancha, creo que fue la primera vez que vi una cancha de césped completamente verde. Todas las pelotas iguales, el plantel entrenando todos iguales. Me acuerdo que le dije “viejo, yo quiero ser jugador de Primera”, ese fue mi disparador para ir en busca de mis sueños. Y me fui a probar, en el medio pasó un motón hasta que fui jugador profesional”.
Se quedó dos años en Newell’s pero el recuerdo más fuerte que tiene fue cuando Diego Maradona firmó para la Lepra, un año después, en 1993. “Nuestro entrenador era Roque Alfaro. Estábamos entrenando, haciendo abdominales y viene Diego caminando y se pone a hablar con Roque, eran conocidos. Y ahí nos saludó a todos. Uno por uno nos dio la mano. Recuerdo que cada uno que le dio la mano, después no quería tocar a nadie con esa mano. Estábamos todos con la mano en el aire para no tocar nada: nos había tocado el Diego. Me llamó mucho la atención su sencillez y lo cercano que fue con nosotros”.
-¿En ese momento fue que compartiste plantel con Lionel Scaloni?
-Exactamente, en ese mismo plantel que nos saludó Diego estaba Scaloni. El era un año menos que nuestra categoría pero jugaba con nosotros, andaba muy bien, ya lo habían subido. También con Heinze y Lucas Bernardi, que fue con quien mantuve una relación de años, hasta día de hoy me hablo. Después lo encontré en el profesionalismo, me enfrenté como jugador y después él se retiró y lo enfrenté como técnico. Fue con el único. A Scaloni no lo vi nunca más, ni se debe acordar de mi lógicamente.
De Newell’s quedó libre, dice que por haber cometido errores de juventud, en plena adolescencia. Dejó la pensión para mudarse a un departamento y los malos hábitos (comer y dormir mal) le frustraron el sueño. Probó suerte en Racing, a mediados de los 90 cuando el equipo ya estaba con problemas institucionales y lo bocharon después de dos meses por no tener lugar en la pensión que estaba debajo del estadio.
“Llegó una orden de la directiva, solo podían quedar los jugadores de Reserva y los demás podíamos continuar en el club pero nos teníamos que buscar donde vivir y yo no tenía a nadie en Buenos Aires”. Se acuerda de Javier Lux y de Albano Bizarri de aquel tiempo. Y de la mítica Tita Mattiussi. “Con Tita lavábamos la ropa” se acuerda. No había caso, el sueño de llegar a Primera estaba lejos.
Llegar a Primera
-¿Qué sentiste el día que debutaste en Primera?
-Un millón de cosas. Entré de la cancha con mi primer paso, mi segundo, mi tercero, era el capitán, entré primero. Y entré con los brazos arriba, mirando el cielo, agradeciendo poder estar cumpliendo mi sueño. Nos tocó debutar con San Lorenzo, un partido lindo. Sí que estábamos re contentos, y en mi caso cumpliendo mi sueño con 38 años.

561 partidos para Bértoli. Getty Images.
Fue en el 2016. Ya era Concejal de Paraná. Salió a jugar con San Lorenzo aquel partido y todo el campeonato estando ya en la función pública. Habían logrado el ascenso a fines del 2015, después de una definición por penales en la que le tocó atajar uno y convertir el suyo. De diciembre a febrero se hizo larga la espera.
“Me acuerdo que esa pretemporada la hice con bastante precaución. Siempre entrenando al máximo, pero bueno me acuerdo que regulaba, no en los ejercicios sino en la intensidad. Lo hablaba con el profe de ese momento y le decía ‘mirá, negociame y yo hago la carga que uno necesita, pero vamos con esta’. No quería que me pasara nada”. A los 38 años y monedas no estaba para arriesgar a tan poco de lograrlo.
En el medio pasaron un montón de cosas más. Porque pese a salir de Newell’s y no seguir en Racing, testarudo él, volvió a su casa con la idea de atajar. Comenzó a estudiar la carrera de técnico en laboratorio, manejaba un taxi y atajaba. Todo al mismo tiempo. “Cuando llego a Patronato estaba en la Liga de Paraná y jugando Argentino B, que ahora es el Regional. Estaba a años luz del profesionalismo. Vi un club al que no se le daban las cosas pero que tenía aspiraciones de crecimiento. La perspectiva estaba muy lejos, realmente era casi imposible con veintipico de años ser jugador Primera jugando liga local. Y con el tiempo se hizo un poco más cercano, o un poco más real ese sueño loco. Y se fueron dando los ascensos y cada vez lo veía más cerca. Nunca dejé de jugar porque mi sueño era ese. Lo tenía que vivir”.
-¿Cuándo dejaste el taxi?
–El taxi lo dejé cuando ascendimos al Argentino A con Patronato, que hoy es el Federal A. Ahí se me mejoró un poquito el sueldo, me daba la posibilidad de poder vivir con lo justo, pero vivir del fútbol. Y el técnico que había en el club en ese momento insistió para que se me reconozca eso y yo pueda dejar el taxi. Pero lejos de planificar una vida a futuro, era el mes a mes. Y después, por suerte, el Federal A fue solo dos años, ascendimos al Nacional B. Y ahí sí, ya también fue un poquito más, podía planificar a tres meses. Después llegamos a Primera y ahí sí ya pude meterme en proyectos un poco más demandantes.
-¿Terminaste la carrera de técnico en laboratorio?
-No, no la terminé y me los planteé un montón de veces, me quedaron dos materias. Me choqué con la realidad de la carrera. La realidad acá es que mientras nos cruzábamos entre compañeros de estudio, nos sacábamos sangre entre nosotros, iba uno hasta el baño, traía orina y analizábamos su orina. Cuando me tocaron las prácticas, con tan poquitas materias por rendir, ahí me choqué con la realidad de la carrera. Y dije no, esto no es para mí. No me arrepiento porque me abrió fuerte la posibilidad de enfocarme de lleno en el fútbol y me fue bien, pero sí me quedo ahí como esa espinita de poder terminarlo por lo menos. Hace casi 30 años, seguramente cambió el plan de estudio. Y la equivalencia debe ser poca.
Le tocaron prácticas en neonatología, con bebés prematuros. Fue demasiado para él. Pero además, cursaba de lunes a jueves, trabajaba en el taxi un par de días y jugaba los domingos. Tenía 21 años, faltaban 17 todavía para que llegara el momento de cumplir el sueño.
El penal más recordado
-¿Tenés el registro de cuántos goles hiciste en tu carrera?
-Tengo una estadística en mi memoria, en estos días salió una info en una página internacional que estoy entre los 15 arqueros con más goles en la historia del fútbol. Yo tenía ese número, 24 goles, creo que computó todos los goles que había hecho en las definiciones por penales. Otros dicen 16, pero me sumaron solo Primera y el último año de Nacional B. Yo recuerdo haber hecho 24.

Foto: captura de Youtube Elite Ranking.
-¿Y atajados?
-Atajé mucho, pero no era un atajador nato de penales. Lo que a mí me pasó fue que atajé penales importantes. Me tocó atajar penales importantes, el del Ascenso, el partido que jugamos contra River en el Nacional B, que fue un partido que marcó un antes y un después en la ciudad y en el club, porque fue el primer partido que a nosotros nos puso en la tapa de los diarios nacionales.
-En ese partido le atajaste un penal al Chori Domínguez que casi les cuesta el ascenso de ese año…
-Hasta el día de hoy. No digo todos los días, pero día por medio, cada tres días siempre me cruzo con algún hincha de River que me dice ‘con esta mano -y me toca la mano- con esa mano atajaste el penal’. Hasta el día de hoy se acuerdan.
Aquel partido, por la penúltima fecha, terminó 1-0 a favor de Patronato. Faltando cuatro minutos para el final, Lunati le dio un penal a River que quedó en los pies del Chori, una chance inmejorable de empatar y permanecer en la punta. El delantero la quiso asegurar al medio y Bértoli, parado en el centro del arco, se la atajó. El estadio se vino abajo. River dejó todo para la última fecha, con victoria ante Almirante Brown y ascenso.
-Tenés una técnica para atajar penales…
– Sí, adiviné muchos, atajé pocos. Hay una estadística que me la enseñó un entrenador que era mirando el pie con el que arrancaba la carrera larga del jugador. Generalmente con el pie que arrancaba, el 70 % de los penales va al lugar del pie con el que arranca. Y era así, me ayudó a atajar varios, pero fue un entrenador que lo tuve recién en Primera. Y en Primera adiviné mucho, pero la ejecución del jugador de Primera es diferente. Pude atajar algunos, pero la mayoría entraron.
-Ahora todos están hablando de los penales de Armani.
-Siempre, siempre me gustó Armani. Y siempre cada vez que me preguntaron lo banqué porque a mí me gusta el estilo de arquero como él, serio, que le da tranquilidad al equipo, que por ahí no es el más vistoso, pero es práctico, un gran atajador. Igual, qué le podemos cuestionar Armani con todo lo que ha ganado y con todo lo que le dio a River. Y por suerte ahora, porque seguramente ha sido difícil para él, no sé la cantidad de memes que tuvo que soportar, en una época que River no podía ganar por penales y que no tenía por ahí la fortuna de atajar penales. Ahora que lo está haciendo debe estar disfrutando y yo estoy sinceramente feliz de poder ver esa situación. No lo conozco, lo enfrenté un par de veces a Franco cuando apenas llegó a River, pero me da alegría que le esté yendo bien en ese sentido, porque seguramente ha pasado por algunos momentos difíciles cuando las cosas no salieron. Me parece una persona sana, una persona totalmente realista, humilde. Cualquier reportaje a él te da una de ser una persona con aplomo. El perfil de jugador que mí me gusta es el que tiene él. En las declaraciones, cómo se comporta, no tiene un escándalo afuera, no es showman ni nada, para mí siempre fue el mejor y ahora lo está demostrando mucho más.

Bértoli en la jura. Foto Web.
-Decís showman y pienso en el Dibu Martínez…
-Para mí el Dibu es un emblema y marcó una generación, un arquero que nos dio muchísimas alegrías. Pero a mí no me gusta ese lado. Prefiero mucho más el perfil de un arquero serio que transmita eso a sus compañeros. Yo no tengo la verdad absoluta, simplemente es lo que más me gusta de Armani. Igual, el Dibu el show lo hace afuera, adentro de la cancha es un crack, nunca jamás hace una jugada donde genere una alarma hacia sus compañeros o hacia el técnico. Es muy correcto, muy serio para jugar, para atajar, es muy seguro. Él después sí hace lo demás. Cuando ataja un penal o algo, pero después de que termina la jugada. Yo digo que no me gustan los arqueros que arriesgan en el juego, que les generan incertidumbre a sus compañeros, a la gente, eso a mí no me gusta.
Política y deporte
-¿Cómo surgió el tema de meterte en política?
-En el medio fui consolidando un protagonismo, un reconocimiento de la gente acá en la ciudad. Y llegó un momento en que donde iba generaba algo y evidentemente eso desde la política llamó la atención y me propusieron involucrarme. Después de pensarlo decidí involucrarme más que nada por esto de las experiencias. Yo nunca había estado en política, no tenía experiencia. Obviamente que en el ámbito de la militancia, de la política propia, generó algún que otro comentario positivo y negativo. Porque la política es eso, que me hayan invitado a mí por ser jugador de fútbol y no por ser político. Yo agradezco a quien lo hizo en su momento, que era el Gobernador de la Provincia, y lo agradezco más que nada porque tuvo la visión de darle a otros actores de la sociedad la posibilidad de involucrarse a trabajar para la gente. Hubo personas vinculadas al espectáculo, que nos pudimos sumar y aportamos desde otro lugar. Fue una linda experiencia. Y después me dieron la posibilidad de ser funcionario provincial, que también para mí fue un desafío muy grande y romper un poco con el tabú, por cómo estamos estigmatizados los jugadores de fútbol, que para gran parte de la sociedad el jugador de fútbol únicamente puede hablar de fútbol. Y yo tenía que romper un poco con ese borde porque en todos lados me tildaban como futbolista. Fue un desafío fuerte poder demostrar que estaba preparado y capacitado para conducir un organismo provincial y poder trabajar.
Sebastián Bértoli en plena función. Foto Instituto del Becario.
-Estigmatizado por ser jugador y arquero, además, cómo decía Diego…
-A Diego se le perdona todo. Encima de eso, doble karma. Un poco de razón tenía, je. Tuve ese desafío fuerte y terminé contento, pero muy desgastado. Muy desgastado emocionalmente. En todo sentido, la función te desgasta, la exposición te desgasta y realmente hoy estoy en un modo de vida Zen, muy tranquilo, donde tengo tiempo para poder vivir y disfrutar.
-En el medio de tu trabajo en política, también te retiraste del fútbol, a los 41 años. ¿Costó?
-Una vez que cumplí ese sueño, que fue muy difícil llegar, fue difícil, realmente. Después lo disfruté a pleno ser jugador del fútbol. Y también sentí que entregué todo y quedé vacío, y tomé la decisión a la hora de retirarme cuando ya sentí que estaba completo, que no tenía más para dar en el club ni al deporte tampoco. De hecho, después de que me retiré, creo que no jugué nunca más. Nunca más. Ni con amigos, digamos. No, jamás.
-¿No te pusiste nunca más los guantes?
-Nunca más me puse los guantes, yo me retiré el 7 de abril del 2019 y a partir de ahí seguí entrenando ahí porque faltaba terminar el contrato y hubo un torneo relámpago, fue justo ese torneo raro que hubo en ese año que fue de unos meses. Estuve dos meses más cumpliendo contrato pero después de que me retiré definitivamente nunca más jugué el fútbol, no pateé más. Tengo un complejo deportivo, me divierto con mis hijos, pero lejos de jugar realmente al fútbol.
“Una vez logrado el objetivo de mantener la categoría en la última fecha, contra Argentinos Juniors, ganamos 2 a 1. Yo no le había dicho nada a nadie. Ahí mismo en la nota que me hacen en la cancha, digo que había sido mi último partido, que me había quedado vacío, que había entregado todo y que había cumplido el objetivo de poder dejar al club en Primera División. Que había llegado cuando estaba en la Liga local y me iba en Primera. Así que estaba satisfecho”.
Sin el fútbol está bien. La política de club también la descartó: quiso ser presidente de Patronato y no pudo ser. Pero la política aún no la descarta. Sí por el momento, tuvo una vida tan intensa que ahora está cómodo así. Sin ser aquero, taxista, Concejal, empleado, técnico en laboratorio, conferencista. Ahora es sólo Sebastián Bértoli.







