Las últimas 72 horas de Oliver Tarvet parecen sacadas de una película: el estudiante de una carrera científica en San Diego, Estados Unidos, recibe la invitación de jugar un Grand Slam y hacer historia eliminando al campeón defensor. El detalle es que, esta vez, la vida real le ganó a la ciencia ficción. El joven de 21 está escribiendo su propia historia: debió dejar los libros de un momento al otro para ganar su primer partido profesional en Wimbledon y este martes se cruzará con nada menos que Carlos Alcaraz.
Hasta hace unas semanas, Tarvet era prácticamente un desconocido fuera del circuito universitario. Usaba el tenis como puente para sostener una beca en la Universidad de San Diego y su vínculo con Wimbledon era muy distinto: asistía como espectador cada año, aprovechando que nació en Saint Albans, un pueblo ubicado a 30 kilómetros del All England Club.
De la universidad a las miradas sobre el césped
Su única experiencia en el césped británico se remontaba a 2021, cuando cayó en primera ronda del torneo junior. Desde entonces, priorizó sus estudios, se mudó a California y comenzó a competir en la NCAA (Organización que regula el deporte universitario en los Estados Unidos). Su máximo logro, más allá de aprobar materias, fue un título en Kenia. Nunca pensó que a sus 21 años tendría la dicha de hacerse con una invitación local en Wimbledon.
Lo que siguió después superó la lógica: ganó los tres partidos preliminares en su debut profesional, venció al suizo Leandro Riedi con un sólido triple 6-4, sin ceder una sola chance de quiebre. De repente, su nombre acaparó todas las miradas. Los espectadores era conscientes de que saltó cada escalón que dicta la lógica del tenis: pasó de jugar torneos universitarios a prepararse para entrar a la cancha central de Wimbledon frente a Alcaraz.
Eso sí, el español debe saber que se enfrenta a un jugador con un dato con mística: su historial como profesional es positivo. La letra chica será la encargada de contar que el mismo es de 1-0 y pertenece al 733 del ranking mundial, dueño de una cuenta bancaria de apenas 13.000 euros en toda su carrera. Pero esos son detalles.
Sin embargo, nada desvía del foco a Oliver. “Estoy muy agradecido a la universidad y quiero acabar mi carrera, me queda todavía un año“, agregó tras su debut ante la posibilidad inesperada de afianzarse en el circuito profesional. Aunque ya siente los primeros matices: el premio económico que Wimbledon le asignó va en contra de las reglas de la NCAA.
“Ahora me sobra para cubrir lo que gasto”
Por alcanzar la segunda ronda del Gran Slam, las reglas dictan que Tarvet se hará con 115.000 euros, cifra que excede el límite permitido de 8.500 euros en los torneos universitarios para cubrir gastos. “La mayoría de los torneos ni siquiera me alcanzan para cubrir lo que gasto y ahora me sobra”, confesó entre risas. “Quizás le alquile un avión privado a mi entrenador para volver”, asumió.
Así, este miércoles Oliver saldrá a la cancha en búsqueda del combo completo: destronar al campeón con un solo partido de experiencia, en el partido de su vida, contra un Alcaraz que se enfrenta, a priori, a un partido más rumbo al título. Sea cual sea el resultado, sabe que volverá a la Universidad ubicándose entre los mejores 400 del mundo. Y de yapa, si finalmente desea retomar la química para ponerle fin a su corta pero explosiva carrera profesional, a lo sumo se despedirá con un historial 1-1. Nada mal.
