La vida de Maradona lejos de los cortos y cerca del traje de técnico no fuemala, el 10 tenía como meta ser entrenador en Primera. Sin embargo, había una espinilla atravesada cuando debió dejar por el doping, Diego no podía despedirse así, y por eso volvió. Pero no lo hizo solo; sino que regresó con un peinado que pasó a la historia.
El 30 de septiembre de 1995, en un curioso amistoso entre Boca y Corea del Sur que sirvió para financiar el regreso del 10, Maradona apareció en la cancha con un mechón rubio en la cabeza que rompía todos los esquemas. Esto era sin dudas una clara muestra de protesta…Pero, ¿aquién?
En un primer momento, una declaración de Maradona apuntó todos los cañones a Daniel Passarella. El Kaiser había asumido en la Selección Argentina unos meses antes con algunas medidas que fastidiaron a más de un jugador, por ejemplo; cortarse el pelo y sacarse los aritos. Tan discutido fue el tema que Caniggia y Redondo decidieron no volver a jugar mientras él sea el técnico.
Si bien la pelea con su amigo (hablando de Cani) podría ser un tema de enojo para Diego, lo que realmente molestó a Maradona fue que el Kaiser ordenó una prueba de rinoscopía para detectar posible consumo de cocaína en sus dirigidos. Peleado desde hace tiempo, Diego contó alguna vez que se tiñó“un pedacito de rubio en repudio a todos los pelicortis”. Un mensaje claro.
Sin embargo, años más tarde y en su libro“Yo soy el Diego”, Maradona volvía a hacer referencia al mechón rubio y apuntaba a varios integrantes del ámbito futbolero: “Me pinté la franja amarilla en el pelo, una franja como la de la camiseta de Boca, pero con un mensaje en repudio a los caretas, a los cabeza de termo, a los que le toman la leche al gato, a los que le decían a mi vieja que era la madre de la efedrina, a los poderosos que hacen lo que quieren olvidándose de la gente”.
Sin un motivo claro, al menos expresado por Maradona, podría afirmarse que el mechón rubio del Diego fue en protesta. Venía de 15 meses sin poder jugar, sin hacer lo que más amaba en el mundo, tenía motivos de sobra para expresarse. Y una vez más, lo hizo quedando en la historia.