Chapeau para Guillermo, que se consagró campeón con tres equipos distintos en el fútbol argentino como entrenador. La Copa Sudamericana con Lanús, allá hace tiempo, un bicampeonato con Boca y ahora la Supercopa Internacional con Vélez.
Es verdad que, en los papeles, es la menos importante del fútbol local, porque antes tenemos el torneo, la Copa Argentina, la Supercopa y el Trofeo de Campeones. Pero ojo, no deja de ser una estrella más para el Fortín, la número 18 de su historia. Encima, Vélez venía de perder dos finales consecutivas contra el Estudiantes del pillo Eduardo Domínguez, por lo que logró redimirse en esta final en Avellaneda.
Es más, la hago simple para que se entienda porqué me rindo ante Guillermo. Los mellizos lograron, en solo 4 meses y en Vélez, lo que Riquelme no pudo en Boca en su año y medio como presidente: ganar un título.
En lo que respecta al partido, los mellis plantearon bien el partido. Les salió bien la jugada de confiar en Tomás Galván y se los devolvió metiendo el primer gol. Y el resultado lo liquidó Braian Romero, que hace tiempo es uno de los mejores delanteros del fútbol argentino. Vélez se impuso muy bien ante el equipo de La Plata, que ayer no vendió, en el medio de la niebla, muy cara la derrota.
Del lado pincharrata, no fue el debut más esperanzador de Fernando Muslera en el arco. Y un detalle no menor. El Presidente de Estudiantes, Juan Sebastián Verón, estaba en Estados Unidos mirando el Mundial de Clubes. Si esto lo hace Riquelme o Brito, lo asesinamos en los medios. Verón no se la puede llevar de arriba.
El año pasado lo mismo: en una de las finales de Estudiantes, la Brujita estaba en Miami con Pico Mónaco. Parece que Verón está viendo otro partido…
Vélez es campeón, y mira con mucho optimismo lo que se le viene. La Supercopa con Central Córdoba, la serie de Libertadores con Fortaleza, y lo que sigue en el certamen y, porqué no, el Torneo Clausura también. Chapeau, Guillermo. Chapeau, Vélez.






