Vientos de cambio. Nuevos bríos corren para las regatistas Cecilia Carranza Saroli y María Sol Branz. Como si el sol brillara para ellas, las atletas argentinas iniciaron juntas una nueva etapa. Una travesía que bien podría llamarse “París 2024”. Ese es su Norte. Hacia allí van. Hacia allí se dirigen todos sus esfuerzos y, claro, también sus sueños.

Desde ahora, en la clase 49er FX, en la que Branz navega desde hace dos ciclos olímpicos y a la que se subirá Cecilia, cambiando nuevamente de clase.

La rosarina Carranza Saroli, de 35 años, será la tripulante. Mientras que la bonaerense Branz, de 32, oficiará de timonel. Su primera cita la tienen desde ayer en el torneo Princesa Sofía, en Mallorca.

Para ellas, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 marcaron un quiebre. Uno que implicó tomar decisiones para volver a albergar nuevos sueños y desafíos. “Cecilia es la mejor persona y la mejor tripulante para esto, para un proyecto así, con un objetivo alto como el que tenemos”, dijo Branz sobre su nueva compañera. “Ni siquiera había terminado Tokio cuando ya, sin chances de pelear por una medalla cerraba los ojos y me imaginaba en París”, contó Carranza. Y agregó: “Para mí fue un proceso entender si estaba dispuesta a hacer todo de nuevo, por lo que fue mágico el momento en el que me emocioné arriba del barco porque estaba disfrutando de nuevo eso de ir al agua para buscar ser mejor navegante. Estamos formando un equipo muy lindo”.

Para pensar y desarrollar el camino que iniciaron juntas, Branz lanzó: “Todos en el equipo sabemos lo que tenemos que hacer, eso no significa que tengamos garantizado alcanzar lo que queremos. Este año va a ser para descubrir nuestro nivel, con esa presión que motiva la búsqueda de la excelencia”.

El proceso Carranza-Branz está en marcha y con la mira clara en la Ciudad Luz. Llegar a buen puerto las tiene como meta objetiva para 2024. Hacia allí van.