Chelsea tuvo un arranque irregular en esta temporada 2024-25. Mientras el nuevo director técnico Enzo Maresca trata de mejorar la imagen del equipo que tiene a Enzo Fernández, Moisés Caicedo y Cole Palmer como figuras, la situación con la presidencia y los dueños del club atraviesa un momento difícil. Esto puede poner en riesgo el futuro del club.
Es que la relación entre el presidente del club, Todd Boehly, y el grupo Clearlake Capital (uno de los dueños) no atraviesa un buen momento. El reconocido medio de comunicación económico Bloomberg fue el primero en destacar que el vínculo “se deterioró” en los últimos meses. Finalmente, el periodista Matt Law de The Telegraph brindó más detalles al respecto.
Para poner en contexto, Chelsea tiene como dueño al consorcio BlueCo, el cual está conformado por Boehly, Clearlake Capital (que tiene como presidentes a Behdad Eghbali y José E. Feliciano) y los empresarios Mark Walter y Hansjörg Wyss. El conflicto en cuestión involucra a los primeros dos, que tendrían la voluntad de comprarse sus respectivas acciones en la institución de Stamford Bridge.
La portada de la noticia con el conflicto en el Chelsea (The Telegraph).
El citado comunicador aseguró que hay “temores de una guerra civil” en Stamford Bridge. Si los dueños entran en conflicto, podría llevar a que los intereses de cada uno se vean perjudicados y, en definitiva, esto afectaría a la cultura y el liderazgo del propio club inglés.
El conflicto entre los dueños del Chelsea y la polémica por la reciente salida de un directivo
Si bien no es una relación rota, desde el lado de Boehly creen que la situación con Clearlake está cerca de romperse. Lejos de buscar una solución pacífica entre ambos, empezaron a surgir rumores de compra de acciones de ambos lados. De acuerdo a The Telegraph, Boehly tendría los recursos suficientes para financiar la adquisición total del Chelsea, aunque del lado de Clearlake insisten en que no habrá venta de acciones.
¿Cuál es el foco de conflicto entre estas partes y cómo afecta al Chelsea? La relación entre Boehly y Clearlake sigue de forma normal desde lo profesional, pero lo cierto es que hay diferencias “irreconciliables” sobre la visión y la cultura que quieren imponer en el Chelsea. Desde hace semanas que ha empezado una sensación de “guerra fría” entre ambas partes, pero que podría derivar en un mal mayor, “una guerra civil”, tal como catalogan los citados medios.
Todd Boehly, uno de los dueños y presidente del Chelsea (IMAGO / Sportimage).
Por supuesto, los conflictos entre dirigentes y, en este caso, entre dueños, podrían afectar seriamente lo que pueda pasar en el Chelsea no sólo fuera de la cancha, sino también dentro. Cabe destacar que, desde que BlueCo. se hizo cargo del club tras la salida del ruso Roman Abramovich, el club londinense ha sido un gran protagonista del mercado de pases con varias transferencias millonarias, como por ejemplo, la de Enzo Fernández por 121 millones de euros o la de Moisés Caicedo por 116 millones.
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A las diferencias en las visiones que tienen del club, hay que sumarle los distintos roles que han tomado ambas partes, así como lo sucedido en el último tiempo con los diferentes dirigentes que han contratado. De hecho, hubo un gran revuelo en Londres por la salida del ex director ejecutivo Chris Jurasek, sobre todo porque se trata de una destacada figura dentro de Clearlake, ya que trabajó 10 años para esta institución.
¿Qué pasará con el Chelsea ante este conflicto entre dueños?
Mientras la disputa por el poder del club avanza fría, pero activamente, los resultados todavía no aparecen. Maresca todavía necesita tiempo para trabajar con el largo plantel con el que cuenta el primer equipo del Chelsea. A esto le debe sumar el seguimiento a otras figuras que deben llegar al club en el futuro, como el caso del argentino Aaron Anselmino (Boca Juniors).
Los resultados en el Chelsea no son los esperados y, sobre todo, teniendo en cuenta los grandes gastos en los últimos mercados. Gran parte de esto tiene que ver con las distintas posturas que tienen Boehly, quien se cree que tiene pensado una visión de 20 a 30 años en el club, y Clearlake.
Si alguna de las dos partes cede, el control del club pasaría a tener menos manos de las que ya cuenta, pero sí afectaría todo lo que viene que ver con su cultura, su plan deportivo y, por supuesto, a los resultados propiamente dichos.