Con el paso del tiempo, la medicina y las cirugías fueron evolucionando. Antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados volvían del frente gravemente heridos eran dejados de lado por la sociedad. Es más, en muchas ocasiones se los dejaba en una cama de hospital esperando su muerte. Su destino era desolador.
Como si fuera poco, la Primera Guerra Mundial rompió con todos los esquemas de los hospitales. Muchos heridos y muchos con lesiones que para ese entonces los médicos desconocían cómo curar. Encima, no tuvieron tiempo de estudiarlas por lo rápido que sucedía todo.
La Primera Guerra Mundial sirvió como experiencia para que la medicina avance. Se descubrieron nuevos antibióticos y se creó la penicilina, que lograba la supervivencia de quienes, en otra ocasión podrían haber muerto. Ya para la Segunda Guerra Mundial, la capacidad de camas en los hospitales británicos había crecido.
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De Riddoch a Guttman:
En 1943, el neurólogo británico George Riddoch nombró a un colega suyo, Ludwig Guttman, para que se encargara de un nuevo centro nacional para las lesiones de columna en el Reino Unido. El hospital se llamaba Stoke Mandeville en la ciudad de Aylesbury, a unos 100 kilómetros de la capital, Londres. Guttman había nacido en 1899 en Alemania y era judío. Por eso, cuando el nazismo comenzó a tomar poder emigró al Reino Unido en 1939.
Guttman aceptó su papel en el centro, pero puso una condición: manejarlo a su antojo, según su intuición. Los antecedentes, sus antecedentes, lo avalaban. El hospital servía como centro de rehabilitación para los soldados británicos que volvían heridos del frente. Una de las novedades que implementó el neurólogo fue la actividad física como medio de rehabilitación.
El mmagnífico Abebe Bikila, ganador de dos medallas de oro en Maratón en Roma 1960 y Tokio 1964. Tras un accidente, se convirtió en atleta paralímpico (Getty)
Actividad física como terapia:
Para esto tenía tres motivos que le servían de pilares fundamentales: la actividad física a través del deporte era una forma natural de fortalecer el tronco y las extremidades superiores de una persona parapléjica. Segundo, el deporte era bueno para el bienestar físico y mental de los pacientes. Y tercero, el deporte era una forma de integración social, ya no iban a ser dejados de lado por la sociedad. El primer deporte que implementó Guttman fue el tiro con arco.
Tres años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, Guttman organizó una competencia con 16 hombres y mujeres con algún tipo de lesión. A este certamen se lo conoció como Juegos de Stoke Mandeville. Para darle un carácter aún más especial, se fecha de inicio coincidió con la Ceremonia de Apertura de los Juegos Olímpicos de Londres 1948. El mundo volvía a girar luego de la tragedia.
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En 1949, los Juegos de Stoke Mandeville volvieron a llevarse a cabo. Esta vez con 37 atletas y la inclusión de un deporte parecido al básquet: el netball. Con el paso del tiempo, la competencia y el número de atletas con discapacidad fue creciendo.
Por eso mismo, en los Juegos Olímpicos de Roma 1960 se hizo la primera edición de los Juegos Paralímpicos y contaron con 400 deportistas de 23 países. Si bien en un principio las villas paralímpicas eran difíciles de construir por los accesos, con el tiempo fue evolucionando y hoy los Juegos Paralímpicos comparten sede y villa con los Olímpicos. Aunque los Paralímpicos se realizan dos semanas más tarde.
Esta metodología se lleva a cabo desde los Juegos de Seúl 1988 y funciona, por suerte, como un espacio competitivo inclusivo y para todos. El camino que impuso Guttman le dio la razón y hoy, cada cuatro años, puede disfrutarse de los Juegos Paralímpicos, una competencia deportiva global que incluye a los mejores deportistas con discapacidad. Se convirtieron en la máxima expresión de que ningún límite es insuperable y que el deporte puede cambiar el mundo y a las personas.