El revuelo de la agresión cometida por Stephany Mayor a Diana García en el juego de ida de la final entre Rayadas y Tigres del torneo pasado fue el colofón de una manifiesta reprobación al arbitraje de la Liga BBVA Femenil. La afición se cansó de que las y los silbantes quieran robarse el protagonismo del juego a través de un trabajo deficiente. Fue gracias a la propia gente que se intervino para una sanción en contra de la futbolista y no por criterio de los responsables para impartir justicia en la cancha.

Independientemente de que se tratara de una final, la acción que involucró a Mayor y García propició que más público atendiera al futbol femenil. Quienes no se habían acercado a la liga, lo hicieron debido a ese incidente. A partir de ello, prosiguieron con fijarse en el tema que causó más controversia, es decir, el arbitraje. 

 

Respaldándose en videos que empezaron a postearse en redes sociales, aficionadas y aficionados de distintos equipos comentaron y opinaron acerca del bajo nivel profesional que tienen los cuerpos arbitrales que pitan en México. Pusieron de ejemplo varias entradas fuertes que no son ni siquiera marcadas como faltas. En este sentido, resaltaron que todos los clubes se han visto perjudicados por igual y que son las jugadoras quienes corren riesgos por la incapacidad arbitral para conducir partidos.

“Es que sí se dan con todo”. “Se meten duro la pierna”. “Como no les marcan nada, se agarran a patadas”. Estas son algunas de las frases expresadas por aquellos nuevos seguidores que han encontrado en la ausencia de tarjetas o nulas marcaciones un atractivo para ver los juegos de equipos femeniles.

 

 

Con el inicio del torneo 2022, americanistas que acudieron al Estadio Azteca para presenciar el duelo entre las Aguilácticas y Atlas no dieron crédito a que la patada de Verónica Pérez al rostro de Mayra Pelayo en el área pasara inadvertida para la árbitra Katia García aún estando de frente a la jugada.¡Todo el estadio la vio! Era penalti y expulsión, pero García no marcó nada. 

En ese mismo juego expulsó a Karen Luna por hacerle notar que una rival quería sacar ventaja. Bien pudo pasar como intrascendente este hecho, sin embargo, desde torneos anteriores las futbolistas han manifestado que los cuerpos arbitrales no dialogan, les intimidan o incluso retan.

Al término del partido, esas situaciones fueron tema de interacción en redes sociales. La imagen de Pelayo recibiendo la patada se viralizó. Como efecto inmediato, usuarios recurrieron a ver la repetición de esa agresión. Más allá del contacto imprudente de Pérez a Mayra, el asombro recayó en que la árbitra no sancionara lo que a todas luces era castigable. Así, lo más comentado, otra vez, fue el arbitraje. 

Entre broma y broma, entre morbo y morbo, crece el interés en un sector de aficionados por ver partidos de la Liga BBVA Femenil para comprobar si las árbitras traen consignas contra ciertos equipos o jugadoras, o para ver cómo se “meten la pierna” sin que haya infracciones de por medio porque “eso no pasa en el varonil, allí todos hacen drama”.

De esta manera, el arbitraje se convierte en un elemento de captación de nuevos seguidores. Ingrato y cruel, sí, pero el show del silbato que nunca suena es controversia, y la controversia es imán en el futbol. Es entonces cuando vale preguntarse qué pasará cuando se pite bien en la Liga BBVA Femenil, entiéndase cuando los arbitrajes comprendan que las futbolistas son las protagonistas del juego.