Las comedias rancheras y los melodramas familiares eran las tramas cinematográficas más consentidas del público. Los discos de Pérez Prado y el mambo alegraban las fiestas de todo tipo, incluso bautizos. La clase política no dejaba de hablar sobre el progreso nacional con la presunción de enormes edificios en grandes urbes. México era un país de postales en blanco y negro.

En ese contexto, Atlas obtuvo su primer título de liga. Desde entonces, su afición solamente se dedicó a entusiasmarse en falso con la idea de volver a campeonar. Vinieron períodos oscuros de agonías y lamentos que moldearon el perfil de lo que hoy día se percibe de lo que significa ser atlista: hay que sufrir lo que se pueda y más. 

 

Mientras transitó ese anhelo de títulos entre los atlistas, heredándose el deseo de generación en generación, México cambió en varios aspectos trascendentales. A lo largo de 70 años, lo único que se mantuvo estático y sin evolución fue ver a los aficionados rojinegros viendo campeonar a todo mundo, menos a ellos.

Voto femenino

Las mujeres ejercieron por primera vez su voto en 1953 al sufragar para cargos de elección popular, específicamente diputados. Más de medio siglo tuvo que transcurrir para que se llevarán a cabo reformas constitucionales que concedieran plenos derechos ciudadanos al sexo femenino.

Auge del narcotráfico

Desde aquellos años empezaba a hablarse de la siembra de amapola al norte del país. Lo más alarmante para las autoridades era la marihuana, llamada “el producto del diablo”. Pero se dejó crecer el problema de la cosecha, consumo y trasiego al grado de que proliferaron nuevos estupefacientes y novedosas maneras de traficar. En ese entonces era imposible imaginar la violencia que se iba a desencadenar como consecuencia de las actividades ilícitas relacionadas con drogas. 

Mexicanos rompiéndola en el cine a nivel mundial

Con películas como Enamorada, de Emilio ‘Indio’ Fernández, y Los olvidados, de Luis Buñuel, los ojos de la cinematografía internacional voltearon a México. Productores, cineastas y estudios extranjeros notaron que nuestro país tenía excelentes técnicos, escritores, creativos y artistas, así que empezaron a abrirles las puertas. Lo impensable, sucedió: mexicanos triunfaron en festivales como Cannes y los premios Oscar.

Hugo Sánchez, rey en Madrid

Actualmente se le puede criticar por su egocentrismo y verborrea imparable, pero su aporte al aspecto sociocultural del mexicano es incuestionable, sobre todo en lo concerniente a la mentalidad. Llegó a Europa para vencer barreras y demostrar que se puede conquistar al mundo en el deporte más popular de todos. Su ejemplo sirvió para que deportistas de otras disciplinas, e incluso gente común y corriente, no agachara la mirada en la búsqueda de sus sueños fuera del país. 

Premio Nobel

A nivel diplomático, literario y científico, México también trascendió con la obtención del Premio Nobel. En 1982, Alfonso García Robles fue galardonado con el Nobel de la Paz por su labor en las negociaciones para prohibir en su totalidad el uso de armamento nuclear. En 1990, Octavio Paz se llevó el de Literatura por su narrativa de gran impacto. En 1995, Mario Molina obtuvo el de Química por sus investigaciones sobre la química atmosférica y el agujero en la capa de ozono.