“En Europa no pasa”, oímos cotidianamente cuando un enfrentamiento entre barras o facciones de estas se lleva por delante material de los clubes y por encima de todo, vidas humanas. La violencia hace parte de nuestro fútbol en Latinoamérica, a tal punto que hemos aceptado su existencia por medio de medidas que ni mucho menos protegen el espectáculo que supone este juego. Desde Bolavip queremos conocer cómo se encuentra dicha lucha desde en el otro lado del Atlántico y saber si el vandalismo en el deporte tiene o no una solución final. Reportaje exclusivo de nuestra casa. 

La violencia ha estado presente en el fútbol desde sus inicios. Solamente en la final de la Copa  del Mundo de Uruguay 1930 se perdieron algunas de las primeras vidas tras un enfrentamiento entre aficionados argentinos y charrúas después del encuentro. Esta violencia ha ido evolucionando y quienes la cometen también. Mientras en Europa los Ultras o Hooligans sembraban el terror durante la década de los 80 o los 90, las Barras Bravas en el nuevo mundo conformaron un entramado mafioso que, apoyado por actividades ilícitas, ha puesto de rodillas a las autoridades, clubes, jugadores, periodistas y entes dirigenciales del deporte.

 

Desde que el fútbol regresase a la ‘normalidad’ con el control del Covid-19, las aficiones han podido regresar a sus templos y por ende también han podido hacerlo los violentos. Lo ocurrido Luján vs. Alem días atrás, la masacre que se tomó un Querétaro vs. Atlas en México, los incidentes en la final de la UEFA Champions League y las batallas campales entre ultras del Betis, Real Sociedad, Eintracht Frankfurt o Rangers dejan en claro que queda trabajo por delante.

En España las cifras oficiales hablan de 131 aficionados expulsados entre 2019 y 2020, momento donde la pandemia cortó de lleno con la violencia en el fútbol producto de los confinamientos y del cierre de los estadios. La Real Federación Española de Fútbol, LaLiga, Ministerio de Cultura e Interior, La OND (Policía Nacional) y la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte, son los encargados de combatir unos repuntes que por supuesto, han vuelto a prender las alarmas.

Incidentes en la final de París: Getty

Incidentes en la final de París: Getty

Entendiendo al ‘enemigo’

Nos trasladamos hasta la Ciudad de Fútbol de Las Rozas para charlar con Alfredo Lorenzo, Director de Integridad-Seguridad de la RFEF y comprender mejor un fenómeno que con el ‘final’ de la pandemia ha vuelto a la vida. Entender los inicios del movimiento, clave para anticiparse al futuro.

“Yo creo que hay un repunte, pero también es verdad que la violencia ni aparece ni desaparece de repente. Es una curva temporal que tiene sus subidas y bajadas que desde los años 80, donde empieza este movimiento que nunca ha llegado a cero. Es verdad que está mucho más controlado o reducido que hace 15 años pero nunca ha desaparecido”, nos relata Alfredo Lorenzo desde la capital.

Alfredo Lorenzo en Bolavip.

Alfredo Lorenzo en Bolavip.

La lucha contra la violencia en el fútbol europeo no es cosa nueva, sino más bien una tarea que se devuelve formalmente hasta las tragedias de Heysel y Hillsborough en 1985 y 1989, respectivamente. Dichos eventos fueron la gota que colmó el vaso en el viejo continente, así como el inicio de una serie de hechos que han quitado margen a Ultras o Hooligans en el viejo mundo. El Informe Taylor (paquete de medidas del Reino Unido para acabar con los radicales) o la unión de criterios de las Legislaciones Nacionales en el Convenio de Europa fueron un avance sin precedentes hacía el objetivo, mas no el final de este como ha podido verse en los últimos meses.

¿En qué momento se empieza a luchar contra la violencia en el fútbol desde el punto de vista legal? Preguntamos a Alfredo Lorenzo: “En España la primera ley que trabaja la violencia en el deporte y en el fútbol es la Ley de 1990, que tenía un título entero dedicado a la violencia en el deporte. Es el primer momento que hay una norma específica que lucha conta la violencia y establece obligaciones, sanciones, define que está prohibido, etc. Es el punto de partida legal”.

¿Pero quién está detrás de esta violencia? Los conocemos como Ultras en España y su existencia se devuelve hasta finales de la década de los 60, donde jóvenes entre los 15 y 20 años de la postguerra italiana empiezan a formar las primeras peñas organizadas de hinchas que no solo ven el fútbol un lugar de pertenencia o de desahogo en un mundo fracturado tras la segunda Guerra Mundial, sino que igualmente proponen una manera de ver este deporte que va más allá de un espectáculo. Los Ultras Granata del Torino y Ultras Tito Cucchiaroni de Sampdoria, los primeros en introducir las banderas, bufandas o canticos que se tomarían la península ibérica con la Copa del Mundo de la FIFA en 1982, momento en el cual también llegaron a dicho territorio los Hooligans ingleses.

“El primer paso para solucionar este problema es reconocer su existencia…Este se fue agravando con la indolencia de las autoridades y la connivencia de muchos clubes…Una cosa es ser hincha, incluso hincha apasionado y otra ser violento. El fútbol recoge el extremismo de las calles en desorden global”, dicta Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la intolerancia en Madrid sobre el desarrollo de un fenómeno social con más de 40 años de historia.

Incidentes de la Europa League: Getty

Incidentes de la Europa League: Getty

Lo que prometía ser simplemente un lugar de unión y para dar sentido a la vida se transformó en una oportunidad de negocio y poder. El número de estas peñas ya conocidas como grupos ultra aumentó, empezó a autofinanciar sus viajes con el marketing de su propia ‘marca’, ganó fuerza popular en los clubes y recibió a otros colectivos marginales como los skinheads, neonazis o los miembros de partidos radicales de la extrema izquierda o derecha. Un coctel Molotov y una bomba de tiempo se había formado para que como muestra la hayan puesto en jaque la salud y vida de aficionados, clubes y hasta periodistas. El tiempo y las medidas que este trajo, dieron lugar a un nuevo panorama.

“Hoy en día están apartados de los clubes y de los estadios (España). Hace años muchos clubes los financiaban con viajes o entradas que ellos luego revendía. Hoy en día en el fútbol español podemos afirmar al 100% que no hay ningún club que apoye o financie a los grupos ultra. Si se financian o no tendrá que ser por su cuenta. Todo esto partiendo que hoy en día no pueden existir oficial o legalmente, no se pueden inscribir en los registro de asociaciones en España. Venden su propio merchandising o su carnet/membresía del grupo…Algunos integrantes de estos grupos tocan todos los palos (narcotráfico o robos), más no todo el grupo en sí porque hoy por hoy son grupos pequeños y más nostálgicos que otra cosa”, nos asegura Lorenzo desde la RFEF.

¿Una lucha sin fin?

Los avances gracias a las posturas de los clubes, de los entes reguladores, de las leyes y de los propios aficionados en el viejo continente plantean un panorama totalmente distinto al que se tenía en década de los 80 o 90, pero la realidad es que este sigue vigente. Si bien la Ley del Deporte en el 2007 ha sido clave para la disminución de dichos escenarios violentos, un nuevo brote apareció en el primer semestre del 2022 y con ello, preguntas alrededor de un fenómeno que lleva vigente en este deporte casi 100 años.

“¿Por qué tenemos este repunte? El año y medio que tuvimos de pandemia hizo que no hubiera público en los estadios y ahora que estos han vuelto también los ultras han vuelto a buscar visibilidad en la grada y en la calle. Es el factor más importante en este repunte, pero hay una idea que me gusta resaltar y es que no es el repunte que había hace 10 o 20 años donde a diario había más violencia y en esos años cuando había un repunte era mucho mayor, reflexiona Alfredo Lorenzo desde la RFEF. 

Hablamos con NMP, miembro de la OND (Oficina Nacional de Deportes) de la Policía Nacional que nos pide no revelar su nombre por motivos de seguridad. Así observan desde los cuerpos de seguridad del estado esa relación entre fútbol y vandalismo que sobrepasa el terreno de juego. El deporte no es el final, sino solo el comienzo.

Despliegue policial en el Bernabéu: Getty

Despliegue policial en el Bernabéu: Getty

“Los grupos violentos no son violentos por el futbol. Detrás de ellos hay delincuencia como tráfico de drogas, extorciones etc. El fútbol es la punta del iceberg, por lo que nosotros solamente trabajamos lo que es alrededor del deporte. Nuestras acciones los retiran del fútbol, pero no acaban con la existencia, asegura NMP desde la cafetería donde se cita con Bolavip.

Que en pleno 2022 se hayan registrado incidentes en eventos de la magnitud de finales como la Champions o la Europa League reflejan la dificultad que supone no solo alcanzar un fútbol en paz en el primer mundo, sino por encima de todo mantenerlo. Sobre las medidas a tomar de cara al futuro, tanto Alfredo Lorenzo como NMP resaltan la necesidad de mantener actualizadas esas herramientas con las que se pretende un deporte en paz.

“Yo creo que en general las leyes son elementos vivos. Llevamos 15 años desde la aplicación de la ley…El papel todo lo aguanta, pero luego hay que ir al cómo se aplica. ¿Un ejemplo? La ley tiene multas en función de los comportamientos que representen infracciones, así como sanciones económicas para las faltas leves, graves o muy graves. Para mi esas sanciones son demasiado amplias y altas porque hay sanciones que llegan a los 60.000 euros que llevan a una situación donde el sancionado recurre a un abogado hasta que se caduquen los plazos de la multa”, declara Lorenzo ante nuestros micrófonos.

Ultras Atlético de Madrid: Getty

Ultras Atlético de Madrid: Getty

Eso sí, deja en claro que todo pasa por una multa que dicte ejemplo: “Las sanciones económicas no son importantes, son importantísimas, pero se necesita que sean cantidades que generen una reflexión en la persona mientras se le facilita el pago. 5.000 euros son más fáciles de depositar que contratar un abogado por una multa de 60.000”.

“Los despliegues que hay en los estadios de fútbol son bestiales. Se utilizan todos los recursos disponibles. Hay otras cosas en las que necesitamos más efectividad, como es la tramitación de sanciones. Necesitamos que se dé un paso más ya que no contamos con tanto tiempo. Para tramitar ciertas sanciones solo hay tres meses, osea muy poco tiempo. Y volverlas a abrir tiene un coste tremendo”, asegura por su parte NMP.

Pero no solo preocupa dentro de los entes encargados de la lucha contra la violencia en el deporte esa necesidad de actualizar las leyes o medidas, sino igualmente el hecho de cómo esta se transforma y muta de actores. En la final de la Europa League hubo disputas entre Ultras y en París bandas organizadas, lo que hace entrever que el futbol de élite nuevamente deberá ponerse al día para controlar una situación que no se hacía presente hace mucho tiempo.

Eintracht Frankfurt v Rangers FC: Getty

Eintracht Frankfurt v Rangers FC: Getty

“En España tuvimos la Euro el año pasado y hemos tenido la Europa League en Sevilla. Fue un partido difícil, que puso en valor el trabajo que se hizo en España cuando vemos que en Francia (Champions) semanas después un encuentro con el mismo esquema organizativo y la misma importancia trajo unas circunstancias que nos tienen que hacer reflexionar a todos por las nuevas modalidades de violencia que se pueden producir en el fútbol. No solo por la violencia, sino igualmente por todos los asaltos que sufrieron los aficionados a la salida del estadio, explica Lorenzo ante Bolavip.

¿Se puede terminar con la violencia en el fútbol? ¿Son solo los ultras (barras) el problema? ¿Hay una solución final para una relación que se encuentra recogida en los libros de historia desde 1930? NMP por lo menos, avisa que un deporte en paz sigue siendo de momento un sueño donde no hay lugar para el descanso. En Europa sí pasa.

“Se puede reducir el problema, pero siempre van a intentar manifestarse y por eso se ve este repunte del cual hablamos. Esto se volverá a trabajar y volveremos a taparles y ellos volverán a manifestarse y a encontrar la forma de evolucionar. Es un contante sube y baja que no hay que dejar”