El seleccionado alemán se vio superado por el chileno en el campo de juego, pero aprovechó el único error de su rival en un partido casi perfecto y terminó levantando el trofeo en Rusia.
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Chile atacó, atacó y no dejó nunca de atacar. Los testigos sabrán decir que el seleccionado sudamericano superó futbolísticamente a los campeones del mundo, y con amplitud, pero los libros contarán que una vez más fueron los alemanes quienes se coronaron.
Un fallo de Marcelo Díaz le costó demasiado caro a los bicampeones de América ante una Alemania que no perdona, requisito necesario para ser potencia. Werner robó el balón y asistió para que Stindl abriera el marcador a los 20 minutos, sin más merecimiento que el oportunismo.
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En desventaja, Chile siguió creciendo, pero se topó con la barrera de un Ter Stegen infranqueable. Alexis Sánchez y Arturo Vidal tomaron la bandera de la remontada, pero faltó la precisión en el toque a la red.
Chile atacó, atacó y no dejó nunca de atacar, hasta que el árbitro hizo sonal el pitido que dio por finalizado el partido que sentenció, una vez más, que el campeón es Alemania, sin más merecimiento que el del oportunismo.
+Festejos de Alemania y lágrimas de Chile
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