El comportamiento de los jugadores Xeneizes fue realmente lamentable. No son culpables del gas ni de la suspensión, pero se esperaba otra cosa de ustedes. Un bochorno.

Bianchi, Riquelme, Palermo, Guillermo, Tevez, supieron llevar a Boca a lo más alto. Conquistaron el continente y dejaron al fútbol argentino en la cúspide mundial. El nombre de Boca flameó en el mástil planetario.

Hoy se fueron al otro extremo, muchachos. Comandados por Orión, Díaz y Arruabarrena (que al final recapacitó y acompañó la salida de los jugadores de River), Boca se transformó en la vergüenza mundial. Y de esta no se sale.

No son culpables del gas pimienta, pero sí del circo en que nos metimos

Ojo. No significa esto que los jugadores hayan sido los responsables. No significa que todo Boca lo sea. Lo que sucedió trasciende al fútbol, a los clubes. Es consecuencia de un sin fin de factores, que podemos sentarnos a analizar largo y tendido, aunque bien vendría apelar a la sociología más que al periodismo barato.

Pero los jugadores de Boca no estuvieron a la altura, y eso no lo vamos a callar. No era fácil, claro. Una situación que nadie imaginó y que agarra a todos mal parados. Pero en ningún momento mostraron solidaridad.

Calentaron mientras los jugadores de River intentaban calmar el ardor. Formaron el equipo cuando los visitantes no podían ni abrir los ojos.

“No se va nadie” advertía una bandera.

¿Y después a qué jugaban? ¿A que no se iban antes que los de River? ¿A escuchar como los obsecuentes del tablón cantaban vaya a saber uno qué?

Dos horas después del incidente, los jugadores se quedaron en el campo. La seguridad no garantizaba la salida de los Millonarios y ningún Xeneize se acercó para acompañarlos. Lo intentaron más de una vez, pero volaban los objetos contundentes. ¿No se les ocurrió mezclarse con sus colegas para frenar el ataque? Arruabarrena se los pidió, aunque Orión y Díaz se opusieron a acompañarlos. Se vio clarito, no lo pueden esconder.

Para cerrar una película que parece haber sido redactada por un guionista sin ningún tipo de moral, levantaron las manos para aplaudir a la barra. Dirán que es una costumbre, que le agradecieron al hincha de Boca que llenó la cancha y otros lugares comunes.

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No señor, no hay forma de justificarlo. No sabemos si el gas pimienta queda en el loco de la bengala o lo que fuera; o hay que indagar más adentro o apuntar a la policía. Primero habrá que investigar y atar hilos. Pero el contexto está armado, no fueron tres inadaptados como nos quieren hacer creer. No nos vamos a comer esa. Y la bandera lo advertía. Las metáforas ya no cumplen el mismo rol, se han hecho realidad. Y si no tiraron gas pimienta los hinchas, quisieron meter bengalas en la manga. Es insalvable.

Esto no es culpar a la masa bostera. Para nada. Pero el hincha de Boca que no quiere ser cómplice de esto será el que agache la cabeza y pida perdón. El que exprese vergüenza por lo que pasó en su casa. No había nada que aplaudir. El que aplaude, es cómplice.

Las excusas que no valen nada:

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+ El momento exacto de la barbaridad

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