Durante la década de los setenta hubo un hombre argentino que fue considerado un superhéroe por la imponente forma de demostrar su principal talento que era atajar. Todos los cañonazos que salían disparados hacia su arco, los paraba con fuerza. ¡Y volaba para hacerlo! No se lanzaba, ¡volaba! Eso le valió ser apodado Superman. Se trataba de Miguel Marín.
Ocupó el trono del mejor portero extranjero en el futbol mexicano a lo largo de 10 años, tiempo en que logró cinco títulos de liga con Cruz Azul. Con la década de los ochenta, su reinado dividió opiniones con la aparición de otro argentino, Héctor Miguel Zelada, un guardameta que robó reflectores en casi toda la década por sus lances atrevidos y penaltis atajados, además de ser tricampeón con América.
La discusión para elegir al número uno entre Marín y Zelada duró hasta el año 2000, fecha en que llegó al futbol nacional Miguel Calero, arquero colombiano que fue artífice de una época dorada para Pachuca.De gran personalidad y liderazgo, con dotes de goleador, obtuvo cuatro campeonatos de liga con los Tuzos. Fue un elemento fundamental para la épica más memorable de un club mexicano a nivel internacional con la Copa Sudamericana tras vencer a Colo Colo.
Ya no eran dos sino tres los porteros extranjeros que ponían sobre la mesa el debate de cuál era el mejor. Prensa y aficionados no podían coincidir en escoger solamente a uno. Las confrontaciones de argumentos no iban a terminar ahí. Por el contrario, aumentaron a partir de 2014, año en que Tigres fichó a Nahuel Guzmán.
Proveniente de Newell ‘s Old Boys, el Patón arribó a Nuevo León para convertirse en ídolo. Sin embargo, contrario a la imagen que brindaron Marín, Zelada y Calero, Nahuel posee una personalidad pícara, temperamental y confrontativa. Es por ese perfil que muchos no le reconocen su capacidad como portero.
Sus detractores no perdonan su forma de ser, les parece un defecto que opaca sus condiciones como arquero. En la cancha, donde habla con creces, ha sido el sostén de seguridad y confianza para que Tigres trascienda tanto a nivel local como internacional. Su voz de mando en la parte baja del equipo ha influido para conquistar cuatro títulos de liga, así como disputar una final de Copa Libertadores y una final de Mundial de Clubes.
Virtuoso para detener penaltis, con cualidades goleadoras y extraordinarios reflejos, Guzmán ha dejado más que manifiestos sus dotes como guardameta. Si eso no fuera suficiente, en su rol de integrante de un plantel, su compromiso es ascendente. Protege y ayuda a construir éxitos junto a un equipo que antes de su llegada era de impacto regional y ahora se codea con los grandes del futbol mexicano.
Con 34 años de edad, pese a haber conseguido todo con Tigres, el Patón todavía puede acumular más glorias en compañía de sus guantes.
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