América chocará ante Tigres este fin de semana, por la sexta jornada del Apertura. Para los amantes del futbol mexicano, este duelo ya se nos hizo algo tan habitual como las consagraciones de ambos en la última década.
Si bien la rivalidad futbolística está clara (son los dos mejores planteles de la Liga MX), este encuentro dista mucho de ser un clásico.
Lo cierto es que las consagraciones en la última década son las únicas razones por las que uno puede argumentar a favor de semejante afirmación. Para que exista esa rivalidad especial, se necesita mucho más que eso.
Alrededor del mundo, cada confrontación tiene untinte especial que falta en este juego. La mejor manera de medir la trascendencia de un club es repasar su historia, y ahí hay una gran diferencia: mientrasLas Águilasson el máximo ganador del país,Los Felinosapenas entran en el top 5 empatados con otros dos conjuntos.
En segundo orden aparece lo extradeportivo. No hay razónpara vincular a los de Coapa con los de Nuevo León. No hay choque alguno entre la Ciudad de México con la de Monterrey. Al menos, no con la fuerza de un Barcelona – Madrid (independentistas contra conservadores)o Turín – Napoli (“sur contra norte” o “ricos frente a pobres”).
Justamente,Los Universitarioshan copiado a su rival del próximo fin de semana en su funcionamiento: tiene un gran respaldo financiero por parte de una empresa, lo que lo hace tener grandes ventajas contra equipos más chicos.
Como vimos, no hay confrontación geográfica. No hay choque de ideologías. No hay razones históricas. No hay clásico.