Michael Arroyo fue una pieza importante para el América entre 2014 y 2017, donde ganó dos títulos de Liga de Campeones y anotó 26 goles en 132 partidos. Tras una época dorada, el ecuatoriano decidió emigrar al Gremio de Brasil, para luego sí poder dar el salto al futbol europeo.

Las lesiones le jugaron una mala pasada y debió regresar al Barcelona de Guayaquil en enero de 2018. Le peor había llegado: fue suspendido por un año por dar positivo en un el control antidoping.

El jugador se defendió al justificar que la sustancia que había injerido había sido para tratar un caso de cálculos renales (piedras en sus riñones).

Pero la Federación Ecuatoriano de Fútbol lo castigaría de todas formas, también teniendo el antecedente de haberlo suspendido en 2007 por uso de marihuana.

El 2019 fue, quizás, uno de sus peores momentos: el jugador estuvo parado durante toda el año.

El presente pareciera ser apenas mejor: en febrero, Barcelona de Guayaquil llegó a un acuerdo de reincorporarlo a los entrenamientos, luego de que el deportista haya demandado al club por falta de pago por 8.3 millones de dólares.