Los rumores se calmaron. La llegada de Paolo Guerrero a Boca parece haberse enfriado, y todo tiene un por qué.
A pesar de las declaraciones públicas del jugador, todo indica que sus ganas de llegar al Xenezie de la mano de Juan Román Riquelme, con quien tiene una gran relación, son muy altas.
Pero el peruano sabe que Inter de Porto Alegre le abrió las puertas en sus momento más difícil, en pleno escándalo por el doping positivo que le salió y lo dejó inactivo largo tiempo.
Por ese motivo, no quiere hacer nada que no beneficie al club brasileño, más allá de que él podría romper el vínculo unilateralmente.
El delantero tiene una cláusula de rescisión de 4 millones de dólares que, si paga, lo deja como jugador libre al instante. Desde Argentina debería poner el dinero, claro.
Pero no. La idea es que negocien entre dirigencias y lleguen a un acuerdo. No suena fácil, pero es la idea. Además, el contrato del futbolista no es nada barato.
Por último pero no menos importante Coudet, que acaba de llegar como nuevo DT, lo quiere a toda costa pensando en pelear la próxima Copa Libertadores.
Complicado panorama…