El doping es una industria en sí misma. Una industria a la que hay que combatir y repeler con todas las armas posibles. Doparse para competir se convirtió en un atajo que gana adeptos de manera sostenida. Desleal y poco profesional es lo primero que surge al intentar encontrarle una explicación a esa conducta antideportiva.
El año pasado, en medio de los Juegos Olímpicos de Beijing 2022, la cita invernal en tierras chinas, tuvo a la patinadora rusa Kamila Valieva en el ojo de la tormenta por el escándalo que desató su dopaje positivo. Un día antes de anunciarse el positivo de trimetazidina, un medicamento que se receta a adultos con angina de pecho y figura en la lista de sustancias prohibidas. El control a la patinadora de hoy 16 años (26 de abril de 2006) se lo habían realizado el 25 de diciembre de 2021 en San Petersburgo. Hace unos días fue absuelta por la agencia rusa (Rusada), dado que el tribunal consideró que lo había hecho “sin que mediara culpa ni negligencia” por lo que ha decidido no sancionarla más que con la descalificación del campeonato ruso. Valieva siempre adujo que tomó el medicamento para el corazón de su abuelo sin darse cuenta. Lo hizo por tomar, supuestamente, del mismo vaso.
El reguero de pretextos no se inició, claro, con Valieva. Es de larga data y el excusómetro no deja de sumar artilugios que le permita a los atletas transitar la sanción sin una condena pública de orden cancelatorio. Sólo basta repasar algunos casos para entender el nivel de cinismo que algunos protagonistas son capaces de dispensar con tal de borrar la culpa y mermar el castigo deportivo al que son sometidos. Una situación sobre la que están al corriente. Ningún deportista de alto rendimiento puede aducir que no sabe sobre controles, ni mucho menos que una vez que decide competir, lo más probable es que deba pasar por uno. Mucho menos en la actualidad con la información que tienen a mano.
El burrito de Shelby Houlihan:
La atleta estadounidense Shelby Houlihan, poseedora del récord nacional de 1500 y 5000 metros, en junio pasado, fue suspendida por cuatro años luego de que en una muestra suya encontraran restos de nandrolona. Houlihan alegó que 10 horas antes de someterse al control había consumido comida mexicana cerca de su casa en Beaverton, Oregonm y que ese burrito podía estar contaminado. “El laboratorio concluyó que yo era una tramposa y que el esteroide se ingirió por vía oral, aunque no de forma regular […]. Me siento completamente devastada, perdida, rota, enojada, confundida y traicionada por el mismísimo deporte que amo y al que me dediqué para saber cuán buena era”, escribió en su cuenta de Instagram al saber que se quedaba afuera de los Juegos Olímpicos de Tokio.
El té de coca de Paolo Guerrero:
El delantero peruano Paolo Guerrero, hoy en Racing, fue suspendido por el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) por 14 meses, tras dar positivo por “benzoilecgonina”, un “metabolito de la cocaína”, en un control llevado a cabo tras el partido contra Argentina por las eliminatorias sudamericanas en 2017. Guerrero sostuvo siempre que había pedido un té de anís en el hotel donde se encontraba concentrada la Selección peruana y sostuvo que le dieron otra bebida. Por eso, el delantero se perdió el Mundial de Rusia 2018. Ahora, desde 2021, según la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), tomar un té de coca puede dar positivo a la cocaína, sustancia no permitida por el Código Mundial Antidopaje que entró en vigencia el 1 de enero de 2021.
El compañero sexual de Laurence Vincent-Lapointe:
La palista canadiense Laurence Vincent-Lapointe, doce veces campeona del mundo, no pudo defender tres de sus títulos en 2019 por los resultados positivos en controles. Se le encontró ligandrol en baja concentración, y la deportista alegó que se debía a un suplemento vitamínico prohibido que había ingerido su novio de la época. Los médicos concluyeron que el resultado del análisis podía, efectivamente, provenir “de una transmisión de fluidos corporales entre ella y su novio de ese momento”. Al final, el hombre aceptó su “culpa” y Vincent-Lapointe fue liberada del castigo.
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La mentira de Mariano Puerta:
El cordobés fue subcampeón en Roland Garros 2005, por detrás del español Rafael Nadal que iniciaba así su faena de títulos en La Ciudad de la Luz (hasta ahora acumula 14 grandes en París). Esa derrota llevó a Puerta al puesto número 9 del mundo. En su mejor momento, recibió la comunicación de su dopaje en aquella final contra Nadal. Años antes había superado un “warning”, es decir una “tarjeta roja”. En su defensa ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), el tenista dijo que había tomado de un vaso que contenía gotas de Effortil, un medicamento para aliviar los dolores menstruales que ingería su entonces mujer, la actriz Sol Estevanez, y que contenía etilefrina, una sustancia prohibida por ser un estimulante cardiorrespiratorio. Mantuvo esa premisa hasta 2020, cuando en una entrevista con el diario La Nación confesó la verdad: “La explicación que usamos como estrategia fue mentira. Pero no saqué ventaja deportiva. No quiero que me vean más como un tramposo”.
Ajeé Wilson, también por carne contaminada:
En junio de 2017, el medallista de plata en el Campeonato Mundial de salto en largo y recordista estadounidense de 800 metros, dio positivo por el consumo prohibido de esteroides (zeranol). Como Ajée Houlihan culpó a la ingesta de carne que supuestamente contenía una alta cantidad hormonas y ácidos biliares. Sin embargo, no fue descalificada porque la concentración era muy baja, pero sí le retiraron el récord de 800 metros.
Alberto Contador y el chancho impuro:
Una historia similar a la de Houlihan y Wilsones el del multicampeón de ciclismo Alberto Contador. El español culpó a la carne de cerdo por la aparición de una cantidad de clembuterol, un broncodilatador, en un examen que se le hizo. “Es un claro caso de contaminación alimentaria. Es una cantidad tan mínima, que es imposible de suministrar salvo en contaminación alimenticia, y en el nivel de rendimiento no sirve para nada. Cualquier experto puede confirmarlo”, dijo Contador. El TAS lo condenó a dos años de suspensión y lo despojó de sus victorias en el Tour de Francia 2010 y en el Giro de Italia 2011.
Los besos de Richard Gasquet:
“El positivo del beso”. Así se conoció al resultado del control antidopaje realizado al francés Richard Gasquet luego del Masters 1000 de Miami de 2009. La sustancia encontrada fue cocaína y la Federación Internacional de Tenis (ITF) lo suspendió, en principio, por un año. El tenista logró demostrar que sus 1,46 microgramos de la droga habían sido producto de “besar a una mujer” en una fiesta luego del torneo. Así, la sanción fue reducida de 12 a tan sólo dos meses. Lo había presagiado el mismísimo Rafael Nadal: “Estoy convencido de que Gasquet no ha tomado cocaína”, lo defendió el español. Y añadió: “El mundo está mal. Salís de fiesta y cualquier cosa puede pasar. Te das un beso con una chica que ha tomado…”.
El sexo oral de Daniel Plaza:
Oro olímpico en Barcelona 1992, el marchista español Daniel Plaza estaba en la cumbre de su carrera y todo su prestigio quedó manchado por un positivo de nandrolona. Plaza explicó ante las autoridades antidopaje que la noche anterior le había practicado sexo oral a su mujer y que, al estar embarazada, lo contaminó con el anabolizante. Nueve años más tarde fue absuelto por un defecto de forma.
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Sotomayor, Cuba y las conspiraciones de la CIA:
El vigente récord del mundial de salto en alto, el cubano Javier Sotomayor (2,45 metros), durante los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999 dio positivo por consumo de cocaína. Fidel Castro no concebía que un atleta de su país pudiera ser culpable de semejante falta. Por ello, el Partido Comunista Cubano acudió a su rescate y, a través del diario Granma, su órgano principal de difusión, explicó a todos sus lectores que Sotomayor era víctima de un complot dirigido por la CIA y la mafia “anticastrista” que, por esos días, pisaba fuerte en Miami y conspiraba contra Cuba. Ante semejante clamor, la sanción impuesta de dos años impuesta por la ex Federación Internacional de Atletismo (hoy Wolrd Athletics) se vio reducida a la un año y Sotomayor pudo asistir a las Juegos Olímpicos de Sydney 2000, donde fue medalla de plata (había sido oro en Barcelona 1992). Sin embargo, un año después, el atleta cubano volvió a ser pescado en otro control, esta vez por nandrolona.
Therese Johaug y un protector solar prohibido:
La esquiadora dio positivo en 2016 de tener en su cuerpo el esteroide anabólico clostebol (un esteroide anabolizante). La deportista aseguró que la sustancia entró en su cuerpo tras aplicarse un protector solar de labios que contenía esa droga, por lo que sólo fue descalificada durante poco más de un año.
La pantomima de Gatlin:
El velocista Justin Gatlin fue sancionado, en 2001, con dos años (reducido posteriormente a uno solo) luego de dar positivo por anfetaminas durante el campeonato juvenil de Estados Unidos. Su excusa, un medicamento para corregir un déficit de atención. Sin embargo, en agosto de 2006, el estadounidense recibió una segunda sanción de ocho años por dar positivo en testosterona, uno de los productos estrella de los velocistas tramposos. Esta vez, su estrategia defensiva fue culpar a Christopher Whetstine, un masajista rencoroso que tras anoticiarse que iba a ser despedido por el atleta, decidió aplicarle una crema en la espalda con testosterona. El masajista negó la versión de Gatlin y el atleta fue sancionado a ocho años que vio reducidos a solo cuatro por colaborar con la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA).