“La Quinta del Buitre” fue el apodo que marcó una época en la década del 80, cuando el Real Madrid disfrutó de una gran camada de futbolistas jóvenes encabezados por Emilio Butragueño. Hace falta retroceder esas cuatro décadas para entender por qué en estos días se habla de “La Quinta del Pipo” en tierras valencianas. Así bautizaron a los canteranos que le cambiaron la cara al Valencia de la mano del histórico Rubén Baraja, Pipo, como técnico.
En medio de una situación complicada con el descenso, el entrenador apostó a los juveniles formados en el club: con ellos logró mantener la categoría en la temporada pasada y ahora disfruta de un momento mucho más acorde con su historia, expectante de meterse en los puestos de clasificación a las competiciones europeas.
Para conocer los secretos de cómo trabaja Valencia en su cantera, BOLAVIP recorrió cada rincón de la Ciudad Deportiva de Paterna donde el club che tiene su fábrica de futbolistas, cuidando cada detalle desde que inician la búsqueda de los benjamines hasta el paso a paso en el camino que los lleva a cumplir el sueño de llegar a Primera División. Javi Guerra, Diego López, Alberto Marí, Cristhian Mosquera, Fran Pérez y Pablo Gozálbez son hoy los ejemplos de que ese trabajo rindió los frutos esperados: ellos se transformaron en los principales protagonistas de La Quinta del Pipo.
Las bases para desarrollar un proyecto integral
“Educamos personas, formamos futbolistas” es el lema que abre el juego en la Academia del Valencia. La frase se repite a cada paso y con argumentos, no son cuatro palabras que se quedan en el aire sino que el plan para moldear jugadores va acompañado de valores muy marcados en la filosofía del club y también de exigencia y acompañamiento para que los chicos no dejen de lado la formación educativa. Es más, es uno de los pilares que los diferencia y que los favorece a la hora de fichar juveniles. “Los padres saben que nos preocupamos por la formación integral de los chicos y por eso nos eligen”, cuenta Luis Martínez, el director de la Academia.
De hecho, a pocos metros de la Ciudad Deportiva hay un colegio internacional privado con el que Valencia tiene un convenio para que los juveniles que viven en la residencia puedan estudiar allí, incluso en un horario especialmente acordado para ellos para que no tengan que ausentarse tanto si tienen que entrenarse por las mañanas como por las tardes. Y es tal la importancia que los jugadores le dan a esa posibilidad que “muchos, cuando firman su primer contrato profesional, nos piden que les incluyamos el gasto de la cuota para poder seguir estudiando allí”.
Sentiment, valentía y germanor (sentimiento, valentía y hermandad, en valenciano) son los tres pilares de la filosofía con que Valencia forma a sus juveniles. Eso es lo que le transmiten a cada uno que entra a la Ciudad Deportiva de Paterna. Y es tal el compromiso con esos valores que están representados y a la vista en distintos murales que rodean las canchas donde se entrenan diariamente. Nadie puede decir que no los conoce porque estan presentes a cada paso. “Valencia quiere decir tierra de valientes y el Valencia CF nunca se rinde”, explica María Angeles Atienzar, responsable del departamento Psicoeducativo y quien acompaña a BOLAVIP en el recorrido que llaman “tour de valores” y que es idéntico al que recibe cada canterano que llega al club.
La cuarta mejor cantera europea según el CIES Football Observatory
La Ciudad Deportiva de Paterna es la fábrica donde nada queda librado al azar. Allí se concentra todo el trabajo de los juveniles, desde lo deportivo hasta lo administrativo, desde los más benjamines hasta los más grandes, tanto para las chicas como para los chicos. Allí también está el Antonio Puchades, el estadio donde juega la Primera del femenino y el Valencia Mestalla, el equipo B que actualmente se encuenta en la Segunda RFEF (tercera división española).
Y también hay lugar para la residencia de juveniles que se encuentra justamente debajo de la tribuna principal del estadio. “Tenemos unos 40 lugares disponibles, lo que hace que podamos realizar un trabajo muy personalizado con ellos. Tienen todo acá, mucha gente que los atiende y los cuida, el colegio muy cerca”, asegura José Giménez, responsable de departamento de scouting de Valencia. Al ser pocos las camas disponibles para chicos que llegan de otras ciudades, el filtro es importante. No cualquiera llega. Giménez, un histórico en su tarea, que menciona a Isco y Jordi Alba como dos de las joyas que fichó para la cantera, es el ojo clínico que hace el filtro para abrir o cerrar la puerta de la Ciudad Deportiva a los chicos.
Las habitaciones y la sala de juegos están en un ala de la residencia y del otro está el comedor, al que se llega luego de pasar por delante de un mural inspirador con ídolos valencianos: allí aparecen Mario Kempes, el Piojo López y también Rubén Baraja, el técnico que llegó a la Primera, apostó por los pibes y formó La Quinta del Pipo. Hay horarios y normas por cumplir, bien claritos en las carteleras y ningún detalle se escapa: por ejemplo, los teléfonos quedan afuera de las habitaciones por las noches para nadie se distraiga a la hora de descansar.
Todo ese trabajo hizo que la cantera del Valencia sea considerada por el CIES Football Observatory como la cuarta mejor de Europa detrás del Real Madrid, Barcelona y Olympique de Lyon, tomando como parámetro la cantidad de futbolistas formados en cada club y que hoy juegan en las cinco principales ligas: Inglaterra, España, Alemania, Italia y Francia. Y los chicos, como muchas veces, terminaron siendo la mejor solución para que el equipo saliera del mal momento y de a poco vaya poniéndose a tono con la historia del Valencia.
“De la necesidad surge una virtud”, coinciden quienes gestionan la cantera. Porque a falta de fondos para grandes incorporaciones, la solución estaba en el propio club. “Necesitábamos frescura, energía, atrevimiento, y los jugadores que vienen de abajo te dan eso. Nos ayudaron mucho. Ahora están en el proceso de la consolidación”, afirma Rubén Baraja, el técnico que confió en los juveniles, le puso el broche final a todo el proceso formativo y cosechó La Quinta del Pipo.