En los detalles se definen los partidos más igualados. En un mar de nimiedades que pueden transformarse en una enorme diferencia. En granitos de arena que construyen una gran playa. En un amague. Un pase. Una definición. Y así es la Champions League, donde la perfección invita a los detalles para definir un finalista. Este martes, en uno de los duelos más destacados del año, el primer paso hacia la gloria lo dio Manchester City por sobre el Real Madrid 4-3. Pero aunque parezca un lugar común, nunca hay que dar por muerto al Reyde esta competencia…

Nacía el encuentro. Los últimos en entrar se acomodában en las cómodas butacas del Etihad Stadium. Los técnicos aún no habían dado ni una indicación. Y boom: Mahrez enganchó de derecha al pedio, la pinchó entre los centrales y De Bruyne llegó para poner el 1-0. Festejo y locura. Escenario ideal para comenzar una serie tan compleja. Enfrente, caras de desconcierto y preocupación.

El baldazo de agua fría aún no había terminado de caer. Claro, había un segundo golpe para los del Agelotti, que recién intentaban levantar la cebeza de la lona. Gabriel Jesús, sin dejarlo suspirar, puso el 2-0 a los 10 minutos y el duelo tenía olor a goleada histórica. Con un Madrid desordenado y un City avasallante, el trámite pintaba para papelón de la Casa Blanca. Y tras varias llegadas fallidas de los dueños de casa,sólo el fútbol puede explicar lo que pasó antes del cierre del PT. Sólo un goleador. Sólo un referente. Un ídolo. Sólo Benzema…

Igualmente, aunque el resultado de la primera etapa quedó muy corto respecto al fútbol que desplegó el local, en el complemento la historia volvió a repetirse. Pases cortos, precisión y paciencia en los de Guardiola. Desorden, individualismo y desatenciones en los de Angelotti. ¿Resultado? Chance tras chance para los Ciudadanos. Y allí llegó el 3-1 en la cabeza de Foden. Y otra vez olor a goleada, aunque Vinícius lo cortó de raiz con una patriada. Un detalle que se le escapó al City.

Tras el 3-2, el Madrid hizo algunos ajustes en la mitad de la cancha y hasta estuvo a tiro del empate. Aunque claro, su defensa nunca dio garantías y los de Guardiola siguieron lastimando. Ya sin mediocampo y en un ida y vuelta barrial, el encuentro se plagó de emociones. Como si ambos se hubieran olvidado del duelo devuelta, buscaron convertir desesperadamente. Una fiesta para el espectador, infarte para los entrenadores.

En medio del ida y vuelta, Bernardo Silva hizo un gol de otro partido con un zurdazo magistral. 4-2 y ¿final? No, si Benzema estaba en cancha todavía quedaba tiempo para un truco de magia. 2-4 en el marcador, el Gato picó un penal y el telón se bajó en Inglaterra bajo un aplauso cerrado. El partido del que todo se esperaba todo regaló.Siete goles, buen fútbol y 90 minutos que prometen ser de locos en el Bernabéu.