Se podrán decir un montón de cosas sobre el tema, pero la realidad es que Maxi Salas tiene todo el derecho del mundo de jugar en River. Entiendo la bronca y el dolor de los hinchas de Racing, pero no lo considero una traición.
Maxi le dio el mejor año y medio de su carrera a la Academia. Brillante campeón de la Sudamericana, siendo figura total en la final con Cruzeiro. La rompió en la Recopa con Botafogo, e hizo goles inolvidables para el equipo de Costas.
Construyó con Maravilla Martínez una de las sociedades más lindas de las últimas décadas del fútbol argentino. Lo que hay que entender es que siempre hay un club más poderoso y que tiene más plata. En este caso, River tiene más que Racing.
Le pasó a San Lorenzo, que Russo y Braida se fueron a Boca. Le pasó a River, que Mastantuono se fue a Real Madrid. Le pasó a Boca, que los árabes pagaron la cláusula de Equi Fernández. Es la ley de la vida y del mercado del fútbol. Lo de Maxi y Racing no es una excepción y está más que claro.
Esto es como cuando te deja una pareja. Podés quedarte aferrado en el enojo, o podés dar vuelta la página y buscar un nuevo amor. Y creo que es lo que debe hacer Racing si Salas finalmente se va a River: dar vuelta la página y buscarle un reemplazante a la altura.
Milito debe haber aprendido que es más fácil criticar de afuera y ser opositor que gestionar. Pasa en la política argentina y también en el fútbol. Llegó River a la puerta de la casa de Maxi Salas, y si termina poniendo la plata, la figura de Racing se irá rumbo a Núñez.

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