Se evaporaba la década de los 80’s cuando Carlos Salvador Bilardo tatuó sobre los pizarrones futboleros un concepto que se convertiría en uno de sus fetiches, tanto en lo discursivo como en lo práctico: el todocampista. En cada conferencia, entrenamiento grabado para convertirse con los años en guía práctica, o entrevista profunda que le permitiera desarrollarlo, “Doc” se esforzaba en no anclar en un ida y vuelta callejero que diluyera el valor del debate hasta distorsionarlo. El todocampista era una ambición desde la pasión y una obsesión desde el pensamiento. Machacaba con imágenes, con acciones de juego que apuntaban a convencer desde el ejemplo y no desde el capricho. Como confesaría con el tiempo, Diego Simeone fue el prototipo, el primer molde sobre el cual trabajar.
Lo estratégico no se vincula exclusivamente a lo posicional, sino que se sumerge y bucea en las características de los futbolistas y en las ideas de juego, propias y ajenas. Por eso, Bilardo impulsaba su fundamentación desde funciones y no desde lugares, algo que, en la actualidad, realiza Marcelo Gallardo. En ese sendero comunicacional y táctico, definió al todocampista como aquel jugador que, transitando generalmente el mediocampo, era capaz de cumplir con cada una de las tareas esenciales que, hasta ese momento, se repartían todos los integrantes del bloque. En síntesis, jugadores que fueran capaces de organizar, recuperar y convertir, y además ser nexos o auxiliares de las otras líneas. Lo trataron de ambicioso o delirante, pero el tiempo dictaminó que estaba adelantado a su época.
Enzo Fernández circula firme por la ruta que conduce a egresar con honores del Instituto del Todocampista. Su crecimiento en todas las facetas del juego ha sido fenomenal, incluso en intangibles que gambetean a la simple vista y al bombardeo estadístico.
La determinación de la FIFA de permitir que las listas de Buena Fe para Qatar 2022 puedan extenderse hasta 26 futbolistas es una excelente noticia para aquellos entrenadores con un menú de opciones amplio. Le baja la carga de nerviosismo a las dudas, permite alguna licencia a la hora de sobrecargar alguna zona del campo y casi que garantiza llevar completa a la columna humana, hoy vital en la competencia, transformándose a veces en una suerte de batería extra. Agrandar la nómina abriga resortes favorables futbolísticos y anímicos, y, se sabe, el fútbol también es un estado de ánimo. Los tres cupos extras ofrecen, además, la posibilidad de apostar un pleno a un comodín que, en varias ocasiones, se queda afuera del juego para luego transformarse en la carta del arrepentimiento.
Ese comodín puede ser un futbolista en estado de gracia, otro que cuenta con un potencial tremendo, pero se presume que aún no está crocante para circunstancias especiales o VIP, o un jugador que tiene el nivel, pero que no firma el boleto porque no fue parte constante del grupo que logró la clasificación… Y sería una “falta de respeto” que le saque el lugar a otro que siempre estuvo…
Desde Bolavip, y desde esta columna, vamos a jugar con comodín. Y nuestra carta especial se llama Enzo Fernández. Estas son las 10 razones por las cuales el “todocampista” de River tiene chances legítimas, por mérito propio, de ser parte del plantel de Argentina en el Mundial Qatar 2022:
Scaloni ya lo conoce a Enzo Fernández. Lo citó en noviembre de 2021 para la doble fecha de Eliminatorias ante Uruguay y Brasil. Está claro que aparece en el radar. Aquella vez llegó al predio de Ezeiza como apuesta a futuro. Hoy es presente estelar. Las credenciales cambiaron. Va a camino a recibirse de todocampista. Y esa ruta lo puede llevar a Qatar 2022 por mérito propio.