Tigres y Rayados pasaron a segundo plano en materia de furor deportivo en 2004. La sensación fue Dennis Rodman como jugador de Fuerza Regia, equipo perteneciente a la Liga de Baloncesto Profesional. En Monterrey estaban contentos de tener a una estrella de la NBA como un deportista local. No importó que tuviera 43 años encima y que su mejor época haya quedado en el pasado.

El orgullo por tenerlo en casa no se cegó a pesar de que reforzó a Fuerza Regia por casi 55 horas. Fue un fichaje atípico, ya que su contrato se firmó por dos partidos. En el primero de ellos apenas pudo estar cinco minutos en la duela frente a San Luis, porque se lesionó la ingle, lo que fue reprochado con abucheos por parte de los 10 mil aficionados que pagaron boleto por presenciarlo en vivo.

Pero todo cambió en el segundo juego contra Correcaminos. Le bastaron 23 minutos de acción, cuatro puntos, tres asistencias y siete rebotes, para recibir vítores y aplausos. Terminado el partido se dio el lujo de declarar que brindó su máximo esfuerzo para triunfar con Fuerza Regia, un discurso victorioso que surtió efecto entre algunos aficionados para sentirse correspondidos con su contratación.

Un genio del escándalo, imán de las cámaras y amo en generación de impacto mediático, Rodman supo echarse en la bolsa a gran parte de la sociedad neoleonesa con su visita al cereso de Apodaca para convivir e interactuar con los reos. Ese gesto contribuyó en que fuera apreciado como un ídolo, a pesar de que también fue captado con bailarinas en un centro nocturno de Monterrey.

Hubo regios que se quedaron decepcionados, pero no por su efímero paso por las duelas, sino porque tenían la expectativa de alguna presentación extravagante o alguna ocurrencia psicodélica que caracterizaron a Rodman a lo largo de su carrera, algo que no sucedió en Nuevo León.

Pese a las pocas horas que fue refuerzo y fichaje estrella, Rodman se ganó corazones, especialmente de aquellos aficionados que le guardaban aprecio por su época de esplendor conChicago Bulls, motivo suficiente para perdonarlehaber pasado sin pena ni gloria por Fuerza Regia.