En el marco del fútbol moderno, una de las peores sensaciones que puede tener un fanático es el descenso de su club a una categoría inferior producto de malas campañas. Ya sea por cuestiones deportivas o dirigenciales, los que terminan sufriendo esa pérdida de categoría son los fanáticos.
Sin embargo, algo que puede ser peor para una institución es la desaparición de su equipo por las malas administraciones de sus propietarios. El no encontrar la manera de sostener una institución por las deudas que no permiten el normal desarrollo del club.
Hoy eso lo sufrió el Girondins de Burdeos. El club anunció que renunció a su afiliación como club profesional, que tenía desde 1937. La entidad deja en libertad a todos sus jugadores tras descender a tercera división en Francia. Un golpe duro para un histórico.
El equipo jugó dos campañas en la Ligue 2, segunda división, pero los problemas financieros continuaron y se dio el descenso administrativo. En la Championnat, los dirigentes dieron borrón y cuenta nueva, renunciando a su afiliación como equipo profesional y rescindiendo todos los contratos.
Hace unos días, los propietarios del Liverpool, el Fenway Sports Group, anunciaron que no ayudarían en el rescate del club, siendo el último clavo en el ataúd. Una clara muestra del desaire de un club con una historia gloriosa, seis veces ganador de la Ligue 1.
Morelia, un caso cercano del fútbol mexicano
Si bien el contexto es diferente, Monarcas Morelia también tuvo su desaparición. Un equipo que fue campeón, con una afición fiel y de tradición en la Liga MX. A raíz de sus dueños, el club decidió mudar el club y transformar al equipo en lo que hoy es el Mazatlán.