¡Wow! Valió la pena la espera. La trilogía de combates entre Tyson Fury y Deontay Wilder cumplió con todo lo que se esperaba de ella. Este sábado, en la T-Mobile Arena de Las Vegas, hubo glamour, hubo explosividad, hubo dramatismo. Hubo nada menos que cinco caídas y hubo una definición que paralizó los corazones de todos los presentes. La trilogía de combates entre Fury y Wilder se le puede plantar a cualquiera y decir soy la mejor pelea del año.

El primero en besar la lona fue Wilder. En el tercer asalto, cuando intentó ir al frente parahacer daño, fue recibido por una izquierda de Fury, seguida de una derecha que lo mandó contra las cuerdas y un uppercut que terminó de mandarlo al suelo, de donde se levantaría algo aturdido.

Curiosamente, tras esa caída llegó su mejor asalto porque en el cuarto encontró a Fury con un bombazo de derecha que le aflojó las piernas y lo dejó en la lona pese al intento del británico por amarrarse. Creános que al Rey de los Gitanos lo salvó la campana, porque tras reponerse de esa caída el estadounidense volvió a mandarlo a la lona y le costó reponerse, pero cuando lo hizo se terminó el asalto y pudo recobrar fuerzas en su esquina.

El combate combate continuó con un gran dominio de Tyson Fury, que administró mejor las energías y conectó la mayor cantidad de golpes para ir desgastando a su rival. Recién en el décimo llegaría la cuarta caída del combate y por segunda vez le tocaría a Wilder sufrirla luego de un poderozo gancho de derecha que Fury le metió justo en la cien para hacerlo girar sobre su eje antes de ponerlo de rodillas.

El corazón guerrero de Wilder hizo la definición todavía más espectacular, porque cuando cualquiera hubiera dicho basta él volvió a ponerse de pie para seguir peleando. Pero en el undécimo asalto llegaría la quinta y última caída. La definitiva para Wilder luego de recibir, ya agotado, el golpe más demoledor de Fury, que primero lo hizo desplomarse contra las cuerdas para luego caer de manera dramática, llevando al árbitro a tomar la inmediata decisión de dar por finalizada la pelea.