El conflicto bélico y geopolítico entre Ucrania y Rusia hace cada vez más visible que el mundo se mantiene dividido. Casi partido como en tiempos de la Guerra Fría. Al menos, dos frentes opuestos que se pretenden por encima de todos. Estados Unidos a la cabeza por occidente. Y oriente, hoy, con Rusia y China como los enemigos de todos los males occidentales (antes, algunos países islámicos).

La invasión de tropas rusas en territorio ucraniano mantiene en vilo a Europa. Y, del otro lado del océano Atlántico, claro, sobre todo a Estados Unidos. En esta pugna para ver quién le tuerce la mano a quién, Putin sostiene que le sobran los motivos para acusar a Estados Unidos y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de intentar convertir a Ucrania en una base militar para amenazar a Rusia.

 

Entonces, el conflicto entre Ucrania y Rusia está en su momento más álgido desde que estalló en 2014 luego de que rebeldes apoyados por Moscú tomaron edificios gubernamentales en pueblos y ciudades del este de Ucrania. Los combates dejaron varios óblasts (unidades administrativas similar a una provincia) de Luhansk y Donetsk, en la región de Donbás, en manos de separatistas que, desde siempre, cuentan con apoyo ruso. Ese mismo año (2014), Rusia anexó Crimea de Ucrania, en un movimiento que desató una condena mundial y una primera posible guerra que no se cristalizó.

Selección de la Unión Soviética, en 1960, en el Estadio Olímpico de Moscú (Getty)

Selección de la Unión Soviética, en 1960, en el Estadio Olímpico de Moscú (Getty)

Ahora, en su escalada por imponer sus condiciones en aquella geografía, Vladimir Putin, el presidente de Rusia, firmó este lunes un decreto a partir del cual reconoce a la República Popular de Donetsk y la República Popular de Luhansk, ubicados en la parte este de Ucrania. En suma, dos países separatistas y prorrusos que hace tiempo pedían de parte de Putin el reconocimiento de su soberanía e independencia. Donetsk y Luhansk, lindan con Rusia en su parte más occidental. Además, para echar más leña al fuego y sustentar con mayor énfasis el decreto, Putin firmó con el líder de Donetsk, Denís Pushilin, y el líder de Luhansk, Leonid Pásechnik, acuerdos de amistad, cooperación y asistencia mutua entre Rusia y ambas repúblicas.

Selección soviética, en México 1986 (Getty)

Selección soviética, en México 1986 (Getty)

Esas áreas, controladas por los separatistas prorrusos, son las que ahora se conocen República Popular de Luhansk y la República Popular de Donetsk y, desde el lunes pasado, sumaron el reconocimiento de Rusia para sumar un problema más a este conflicto que pone, una vez, al mundo en jaque en esto que lejos está del TEG (el famoso juego Plan Táctico y Estratégico de la Guerra lanzado en marzo de 1976). Semejante decisión de Rusia puso en jaque el llamado acuerdo de Minsk II, firmado en febrero de 2015, que impuso un alto al fuego y mantuvo de manera estática una guerra a lo largo de la llamada Línea de Contacto (lo que sería la frontera).

 

Antes de formar parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), vastos territorios del este de Ucrania como Luhansk, Donetsk y la península de Crimea pertenecían a la Rusia imperialista que, cinco años después de la revolución de 1917 que puso fin al zar Nicolás II, pasó a llamarse URSS y quedó conformada por 15 repúblicas, que se extendían desde el Mar Báltico y el Mar Negro hasta el Océano Pacífico.

Fútbol, de la URSS a Rusia:

Además de su amplia extensión territorial, la URSS se convirtió en una superpotencia. Y con eso, el deporte no escapó a esa lógica en medio de la Guerra Fría. Con en este panorama, el fútbol, poco a poco, creció a base de éxitos como el oro olímpico en Melbourne 1956, alzarse como campeona de la primera Eurocopa de la historia (disputada en Francia, en 1960) y participar por primera vez en un mundial en Suecia 1958 (llegó hasta cuartos de final). En ese contexto, tanto Rusia como Ucrania aportaron la mayor cantidad de jugadores al proyecto futbolístico liderado por Lev Yashin (“La araña negra”) e Igor Netto, su histórico capitán. Y allí, tanto en Donetsk como en Luhansk el fútbol, como en casi todas las latitudes, fue y es un termómetro del humor social. Allá, como acá, claro, goza de una enorme popularidad.

La fulgurante Selección soviética, por caso, que brilló en la primera Eurocopa siempre estuvo a las puertas de algo grande por sus antecedentes. Sin embargo, en Chile 1962 no pudo pasar de los cuartos de final. Su pico máximo de rendimiento lo logró en Inglaterra 1966, al acceder a las semifinales, donde fue vencida por Alemania Federal y finalizó cuarta del torneo, tras perder con Portugal por el tercer puesto. En México 1970 accedió a cuartos de final. Luego vino un claro declive, sin lograr clasificarse a Alemania 1974 y Argentina 1978. Tampoco logró clasificarse para las Eurocopas de Yugoslavia (1976), Italia (1980) y Francia (1984). Para el Mundial de España 1982 logró pasar a la segunda fase. Para el Mundial de México 1986 empezó como para pelear por el título y quedó en un amago para luego diluirse como Selección nacional previo al colapso ruso que, finalmente, se dio en diciembre de 1991. Debutó con una goleada 6-0 ante Hungría. Empató con Francia 1-1 y derrotó a Canadá 2-0 para quedarse con el Grupo C, por diferencia de gol sobre los galos. Pero en octavos de final se topó con la Bélgica de Enzo Scifo y cayó 4-3 en tiempo suplementario. Para el siguiente Mundial, el de Italia 1990, todavía como Unión Soviética, quedó última en el grupo B, que compartió con Camerún, Rumania y Argentina. Tiempos en los que la Unión Soviética empezaba a desmembrarse por completo.

En cuanto a la Liga local, tuvo su apariciónde manera orgánica recién en 1936. Si bien la primera Liga de fútbol ruso tuvo un incipiente inicio a principios del siglo XX, la Primera Guerra Mundial y la posterior revolución rusa obligaron a suspender el torneo local. A partir de 1936, los equipos de Moscú (Lokomotiv, CSKA, Torpedo, Dinamo) dominaron casi por completo las Ligas que debieron ser pospuestas en 1941, dos años después de iniciada la Segunda Guerra Mundial (1939) para reanudarse una vez que el conflicto bélico llegó a su fin en 1945.

Otro Dianmo, el de Kiev (ganó 13 Ligas bajo el influjo de la URSS), logró romper la hegemonía de Moscú y consiguió ser el único equipo ruso que logró títulos europeos en la Era soviética, al ganar dos Recopas de Europa y una Supercopa de Europa. Los equipos no eran profesionales y sus planteles se componían con trabajadores de las distintas esferas del Estado. Por caso, el Lokomotiv estaba vinculado a la empresa estatal de ferrocarriles, CSKA (ganó 7 Ligas entre 1936 y 1991) estaba formado por miembros del ejército, el Torpedo se integraba con trabajadores de la compañía automotriz y el Dinamo (de Moscú) era el equipo de la policía secreta. Otros, como el Spartak Moscú (cosechó 12 Ligas durante la época soviética) llevaba esa denominación para honrar a Espartaco (que lideró una rebelión de esclavos en la época del Imperio Romano) y también era conocido como el "equipo del pueblo".

En 1981 y 1986 el Dinamo Tbilisi y el Dinamo Kiev (obtuvo 13 Ligas entre 1936 y 1991) obtuvieron dos nuevas Recopas de Europa, pero el fútbol soviético empezó a decaer cuando sus mejores jugadores empezaron a emigrar hacia otras partes de Europa. El último torneo local soviético fue, justamente, en 1991, y quedó en manos de CSKA Moscú (ganó 7 Ligas en tiempos de la URSS).

Para 1992, cada exrepública soviética puso en marcha su propio campeonato doméstico pese al intento de la Unión de Federaciones Europeas de Fútbol (UEFA) para que se jugara un solo torneo entre clubes de los países de la Comunidad de Estados Independientes. Luego, ya como Rusia, sólo consiguió la clasificación para cuatro de las últimas siete Copas del Mundo: Estados Unidos 1994, Corea-Japón 2002, Brasil 2014 y en 2018 cuando ofició de país anfitrión. Nunca pasó de la primera ronda, salvo en el último Mundial disputado en su tierra, en el que quedó entre los mejores ocho.

Ucrania, entre Shakhtar y Zorya:

Tras el largo receso de casi dos meses, producto del crudo invierno de Ucrania, en unos días (el próximo 25 de febrero) debía reanudarse la Premier League (así su nombre). Fundada en 1991 luego de la escisión de la Vysshaya Liga soviética, en 1992, tuvo a su primer campeón: Tavriya, de Simferopol, capital de Crimea.

El clásico, el Boca-River o Barcelona-Real Madrid, es Dinamo Kiev y Shakhtar Donetsk. Se trata de uno de los partidos más calientes que se juegan más allá de las tribunas por razones políticas, casi étnicas, en las que se define la identidad nacional. Entre ambos suman 29 de 30 Ligas (Dinamo, 16; y Shakhtar, 13).

A partir del conflicto, agudizado en los últimos meses, la particularidad será que dos de sus equipos, una vez que sea reanudada, deberán acostumbrarse a ser eternamente visitantes a raíz de la disputa entre Rusia y Ucrania. El Shakhtar Donetsk, campeón de 9 de las últimas 12 Ligas, jugará como local en el Estadio Olímpico de Kiev, la cancha de su “enemigo” futbolístico, el Dinamo. En verdad, Shakhtar, para poder seguir jugando en los torneo de la UEFA, debió trasladarse primero a Liev, luego a Járkov y por último a Kiev. Su estadio original, llamado Donbass Arena, padeció varios bombardeos y, actualmente, es utilizado para repartir alimentos y para familias sin techo. Otro club, Zorya, que marcha cuarto y  en puestos de clasificación a la Europa League, jugará en Zaporiyia, a 400 kilómetros de su hogar.

Shakhtar y Zorya tienen sus sedes originales en el este de Ucrania, justo donde los rebeldes prorrusos declararon la independencia de la región, con el apoyo de Vladimir Putin. Ambos, en cierta forma, debieron exiliarse para poder seguir jugando en la Premier ucraniana. El problema es que no son del todo bienvenidos en el resto del país, cuya mayoría es abiertamente prooccidental. En su visión, son equipos “traidores” dado que provienen de la región separatista.

Con el conflicto iniciado, en concreto, la Liga ucraniana fue suspendida. Si bien hace unos días tanto losclubes como el Gobierno de Ucrania habían señalado que el conflicto no afectaría el desarrollo del torneo, desde la Premier League se ucraniana suspendió de manera oficial con un comunicado que emitió en sus redes: "Debido a la imposición de la ley marcial en Ucrania, el campeonato ucraniano ha sido suspendido", dicta el comunicado.

Mientras en estos momentos se escapa a Polonia, Claudio Spinelli (uno de los tres argentinos que juega en la Liga ucraniana junto con Fabricio Alvarenga -Rukh Vynnyky- y el ex Boca Francisco Di Franco - Dnipro 1-), hace unos días, Spinelli, actual jugador de Oleksandriya, le dijo a La Nación: “Cuando llegué al país, en 2019, ya se hablaba de una invasión. Lo que más asustó a la gente que vive en Ucrania fue que las embajadas pidieran a sus ciudadanos que abandonaran Ucrania, pero tanto el presiente de nuestro club, como el gobierno dicen que es una situación controlada y que no afectará al futbol”. Y agregó: “Así como en la Argentina estamos acostumbrados a la inflación y las devaluaciones, ellos lo están a las amenazas de guerra. Desde hace años están con ese tema. Se lo toman de manera muy natural, están muy tranquilos. Mis compañeros también; me dicen que me quede tranquilo. Obviamente uno no está acostumbrado a esto, yo siento que en cualquier momento puede llegar a pasar algo, pero ellos dicen que todos los años hay una amenaza de guerra que queda en movimientos políticos. Lo único que me ata es el torneo, que se sigue jugando. Si llega a suspenderse, me voy.

Mientras la Premier League ucraniana admitió esta mañana que no jugará su torneo, para la UEFA aún es una incógnita si podrá o no disputarse la final de la Liga de Campeones de la UEFA, cuya sede nominada es el Estadio Krestovsky, de San Petersburgo, para el próximo sábado 28 de mayo. De momento, el órgano europeo informó que está "monitoreando de cerca la situación". Hace unos días confirmó que pospuso el partido de la Liga Juvenil de la UEFA entre Dinamo de Kiev y Sporting de Lisboa, pautado para el próximo miércoles 2 de marzo en la capital de Ucrania, Kiev.