Pastore fue una de las figuras del partido, y uno de los grandes aciertos de Martino, que le encontró un socio ideal a Messi y abanderado del buen pie.

Resistido por lagunero y otros cuentos muy difíciles de sostener a esta altura, el Flaco se fue ganando la confianza. Del entrenador, primero. De la gente, después, luego de un partido consagratorio.

Durante la Copa América venía avisando, algunos no agarraban la señal, pero se visualizaba. Ese toque corto, esa búsqueda constante de jugar por abajo, de acercarse a Messi, a Di María, a Agüero, a Messi. A Messi. La Pulga lo entendió, y lo buscó constantemente, y también buscó moverse cuando el del PSG controlaba, como cuando controla Iniesta.

Cuando Messi se tiró atrás, Pastore encontró espacios de falso 9

Y más allá del gol (pase de Messi), despejó cualquier dudas con el pase para el 3-1 a Di María. Casi como quien no quiere la cosa, con desprecio, con talento, con claridad. Pase revés para sacudir a Paraguay en la modorra del segundo tiempo.

Un aporte muy valioso que da en la tecla con la propuesta de Martino. Si a algo le faltaba a aquél solido equipo de Sabella que rozó la gloria Mundial, era un poco más de volumen de juego, más tenencia. Y Pastore se acopla a esa concepción. Difícil saber cuál método es el indicado. Si la tenencia y el toque quitan rigor defensivo, y si esto es bueno o malo. No lo sabemos nosotros tampoco.

Pero hay algo que sabemos: nos enloquece el toque de Pastore.

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El partido de Pastore