No es fácil la vida del futbolista. Son muchos, pero muchos de verdad, lo que dejan todo pensando en el balón. Son muy pocos, pero muy pocos de verdad, los que logran vivir de este deporte. Los que llegan al nivel de “salvarse” para toda la vida son los menos. Y después, claro, tienen que enfrentar problemas como cualquier otro. Como es el caso de Emanuel Mammana.

El ahora defensor del Zenit dialogó con Diario Olé y contó algo muy fuerte: sus ganas de quitarse la vida después de perder a su papá:“Sí sentí ganas de largar todo después del fallecimiento de mi viejo, ya había perdido a mi mamá…Pensé en dejar el fútbol, incluso pensé en la locura de suicidarme.Lo quise hacer dos veces. Fue muy difícil, muy difícil. Fueron dos o tres meses que me costaron muchísimo. Pero pese al dolor pude ir saliendo. Y River me ayudó. Me di cuenta de que en casa habían luchado tanto para que yo llegara que no podía tirar todo por esa tristeza. Tenía que cumplir el sueño de mi papá: él quería que llegara a Primera”.

Además, explicó que el club y sus amigos lo ayudaron muchísimo:“Mis afectos yRiver. Ahí estaba en la pensión y desde el club me apoyaron al 100%.De hecho, al funeral de mi papá vinieron tres Traffic con todos los chicos a saludarme.De a poco, con toda esa ayuda -y pensando en el esfuerzo que él había hecho para que pudiera jugar al fútbol- comprendí que tenía que darle para adelante y cumplir mis sueños. Por mí y por mi papá”.

Cambiando un poco de tema, pero siempre hablando de su Millonario, se refirió a Marcelo Gallardo, el mejor entrenador de la historia de la institución: “Es muy exigente en el buen sentido de la palabra. Siempre te pide más. Además, apoya a todos por igual. Es lo mismo para todos. Y eso era lo que a los más pibes más nos motivaba: sabíamos que si jugábamos bien, íbamos a ser titulares. Eso, al mismo tiempo, exigía que los más grandes fueran cada vez mejores porque si no, entraban los de abajo”.

Por último, Ema se refirió a todos los River vs Boca que hubo en los últimos años: “Los vi todos. Además, por la diferencia horaria, los partidos eran a las cuatro o cinco de la mañana. Pero siempre que podíamos, los veíamos junto con Seba Driussi y también con Mati Kranevitter cuando todavía estaba acá”.