La candidatura conjunta de Australia y Nueva Zelanda para organizar el Mundial femenino de 2023 obtuvo la mejor puntuación en el informe de evaluación de la Fifa, por delante de Japón y de Colombia, en este orden, aunque las tres cumplen los requisitos mínimos para albergar la competición.

Un día después de que Brasil anunciara la retirada de su candidatura, la Fifa hizo público este miércoles el documento tras las visitas a los países candidatosy la información remitida por éstos, que servirá de orientación al Consejo de la Fifa para elegir el anfitrión o anfitriones del primer mundial femenino con 32 selecciones el próximo día 25.

El proyecto conjunto de Australia y Nueva Zelanda merece la puntuación más alta con 4.1 sobre 5, delante de Japón en segundo lugar con 3.9y de Colombia con 2.8, en un documento que indica que algunos aspirantes “superan claramente”esos requisitos mínimos exigidos por la Fifa “y ofrecen una plataforma organizativa más sólida”.

Para el informe la Fifa ha hecho una evaluación técnica sobre criterios comerciales y de infraestructura y otra de los riesgos vinculados a ciertos criterios como derechos humanos y sostenibilidad, además de una descripción de las candidaturas que tiene en cuenta la visión y la estrategia de la organización y que destaca posibles problemas, sin una evaluación técnica ni un análisis de riesgos.

Australia y Nueva Zelanda ofrecen “muy buenas infraestructuras deportivas generales” y su proyecto comercial”parece el más favorable habida cuenta de los compromisos económicos de ambos gobiernos en relación con los costes operativos del torneo”.

La primera candidatura conjunta con dos federaciones de confederaciones distintas ofrece, según el informe, “la oportunidad de que ambos actores se unan y colaboren con el fin común de impulsar el fútbol femenino en la región Asia-Pacífico para el primer mundial en dicha zona”, aunque “una candidatura conjunta puede resultar un proyecto más complejo por implicar un operativo transfronterizo”.

La evaluación de Japón resalta la calidad, mantenimiento y gestión profesional de sus estadios, “más que preparados para albergar competiciones deportivas de élite”, como ya hicieron algunos en el Mundial de 2002 y el de rugby del año pasado, además de las previsiones para los Juegos de Tokio aplazados a 2021.