En Rusia la acusaron de traidora por aceptar competir en Río 2016 como deportista neutral, dada la suspensión que aún pesa sobre Federación Rusa de Atletismo (FRA) que está vedada desde noviembre de 2015 por haber instaurado un sistema de dopaje institucionalizado. Daria Klíshina , la saltadora en largo participó en la cita olímpica de Brasil, al tiempo, que en su país la comparaban con una colaboradora nazi por someterse a lo que decidió World Athletics (la ex IAAF), también estará en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 .
Su historia se viralizó en 2016 cuando fue acusada y acosada en las redes por aceptar ser la única deportista de su país que estuvo hace cinco años en Brasil. En aquel entones, lo que indignó especialmente a los aficionados rusos fue el mensaje emitido por la atleta en el que daba las gracias a World Athletics justo después de que la máxima entidad del atletismo rechazara las solicitudes de otros 67 atletas rusos que pidieron competir en Río.
Klíshina, bronce en los Europeos de 2014 y campeona nacional en junio de 2016 con un salto de 6,84 metros, se defendió de las críticas al recordar que ya lleva tres años entrenando en Estados Unidos y que “sería feliz” si todos los atletas rusos hubiera recibido permiso para competir en aquellos Juegos. Luego, un año después, sumó una medalla de plata en el Mundial en Londres 2017.
“Por eso, insultarme y llamarme traidora a la patria, no me parece correcto. Ahora me encuentro bajo presión y una creciente atención, lo que no es siempre positivo. Así que, mi situación ahora es mucho peor que ayer”, se defendió en 2016 la saltadora que tiene como mejor marca personal 7,05 metros, logrados en 2011 en Ostrava, República Checa.
El año pasado volvió a ser noticia al revelar portal digital Sports.ru que la ofrecieron 200.000 dólares mensuales por trabajar como prostituta de lujo. “Me ofrecieron ser ‘escort’. El ofrecimiento me llego por una persona desconocida de Estados Unidos, en un mensaje directo en Instagram”, contó Klíshina que será parte de un mínimo grupo de diez atletas rusos que podrán competir sin que ello implique llevar su bandera ni hacer sonar el himno si ganan. “Diez atletas no es nada. Diez es mejor que ninguno pero no estoy de acuerdo que otra vez se siga castigando a los atletas limpios”, se quejó la atleta de 30 años que nació el 15 de enero de 1991, en Tver, Rusia.