Glenn Cowan y Zhuang Zedong. Un norteamericano y un japonés. Dos hombres y un encuentro fortuito. Y un deporte, claro, el tenis de mesa. Así podría describirse lo que desde hace poco más de 50 años se bautizó como la “Diplomacia del ping pong”.
Ocurrió el 11 de abril de 1971. Para ese entonces, el equipo de tenis de mesa de Estados Unidos estaba en Nagoya, Japón, para disputar 31 Mundial de ese deporte. En una de las series, un ómnibus de la organización dejó a pie a Cowan y Zedong le propuso subirse al de su delegación. Ese contacto, por esa omisión de la organización, fue el puntapié inicial para la visita, en febrero de 1972, de Richard Nixon, presidente de Estados Unidos, a Mao, máximo dirigente del Partido Comunista de China, en el palacio Zhongnanhai, para sentar las bases de una relación bilateral que derivó en reestablecimiento de relaciones diplomáticas, recién en 1979. Así empezaba a descongelarse un bloqueo que llevaba más de dos décadas, desde que, en 1949, Mao se había alzado con el poder en la China que pasó entonces a ser la China comunista.
Durante dos décadas, los ´50 y los ´60, Estados Unidos y China fueron enemigos íntimos. Sus fuerzas militares chocaron en las trincheras de la Guerra de Corea y durante la guerra de Vietnam también estuvieron en bandos opuestos. Las diferencias se mantuvieron hasta finales de los años ´60, cuando el Partido Comunista Chino empezó a repensar su política hacia los Estados Unidos.
Aunque parezca inverosímil, un deporte, con popularidad mayúscula en uno y mucho menos en el otro (China y Estados Unidos, en ese orden), contribuyó en acelerar el deshielo entre dos de las grandes potencias mundiales. Para esa fecha, el 10 de abril de 1971, el equipo norteamericano de tenis de mesa cruzó la frontera de la entonces colonia británica de Hong Kong con destino al ya gigante asiático. El encuentro duró una semana y marcó un hito: se trataba del primer viaje de deportistas (nueve jugadores, cuatro funcionarios y las mujeres de dos de ellos) de Estados Unidos a China. Tiempo suficiente para jugar una serie de partidos, visitar la Gran Muralla, al Palacio de Verano ubicado a unos pocos kilómetros de Pekín y asistir a una función de ballet. De esa forma se dio por iniciada la llamada “la diplomacia del ping pong”.
En aquel viaje en ómnibus, Zedong, tras varios minutos de incertidumbre, abrió el diálogo. El propio chino, triple campeón del mundo, contó, en una entrevista en 2002, que dudó bastante en dialogar con Cowan: “Yo crecí con el eslogan ‘¡Abajo el imperialismo norteamericano’ Y durante la Revolución Cultural, la cuerda de la lucha de clases estaba tirante, sin precedentes. Me preguntaba a mí mismo ‘¿Está bien relacionarse con tu enemigo número uno?’”. Para romper hilo le dio un regalo, lo primero que tenía a mano: un pequeño retrato en seda de las montañas de Huangshang. En cambio, Cowan no tenía nada. Por eso, al llegar al hotel de Nagoya donde se hospedaba su delegación, y ante decenas de periodistas que ya sabían que había un americano entre los chinos y estaban esperando registrar esa arribo, Cowan compró una remera con el símbolo de la paz en colores rojo, blanco y azul, los de la bandera de Estados Unidos, que tenía una leyenda: “Let it be”, título de la legendaria canción de Los Beatles.
Según Tim Boggan, uno de los testigos de ese viaje y referente del tenis de mesa en Estados Unidos, la denominada “diplomacia del ping pong pudo ser posible gracias a tres situaciones: la iniciativa del entonces presidente de la Federación Internacional de esta disciplina, el galés Roy Evans, quien les propuso a las autoridades deportivas chinas que organizaran eventos como la gira estadounidense para romper el aislamiento; una invitación a la jugadora estadounidense, Leah Miss Ping Neuberger, campeona mundial de 1956 en dobles mixtos, quien viajó a China junto a una delegación canadiense y se le concedió la visa antes que a los jugadores de 1971 y por último, el encuentro providencial entre Zedong y Cowan. Lo contó en su libro “History Of Us Table Tennis”.
Cowan y Zedong, los responsables de iniciar el vínculo entre Estados Unidos y China, jamás volvieron a verse. El estadounidense falleció en 2004, a sus 51 años, tras no resistir una cirugía de bypass. El chino murió en 2013, a sus 72 años. Ambos nacieron el mismo día, un 25 de agosto, aunque con doce años de diferencia. Zedong en 1940 y Cowan en 1952.
Y Forrest Gump, la taquillera película de 1994, hace referencia a la “diplomacia del ping pong” cuando su protagonista, el actor Tom Hanks, forma parte de la delegación de jugadores de tenis de mesa estadounidense visita China por primera vez desde la Revolución Comunista de Mao. En la película, en una escena, Gump participa de una charla con presentador Dick Cavett, quien lo entrevista junto con John Lennon. “Nos dijeron que la paz mundial estaba en nuestras manos y cuando regresé a Estados Unidos era más famoso que Pinocho”, cuenta Forrest, emulando a Glenn Cowan.