Aunque todo el mundo sabía que pasaría, el fichaje de Zlatan Ibrahimovic con el Milan terminó por cerrarse recién la pasada semana. Llegó a la ciudad, se sometió a las pruebas médicas de rutina, recibió su nuevo dorsal, firmó su contrato y realizó la conferencia de prensa. Después, recibió la noticia de que estaba convocado para saltar a la cancha este mismo lunes.

Consciente de lo que genera, el gigante sueco se despachó con una condición previa al duelo que se disputará en San Siro, ante Sampdoria:“¿Cuántos espectadores se esperan en San Siro? ¿60.000?Pues yo quiero como mínimo 70.000, en caso contrario no jugaré”, le dijo al Corriera dello Sport.

La intención de Ibrahimovic es contagiar al público Rossonero para que cada vez que juegue como local el estadio se vuelva una verdadera caldera, algo que no había logrado un equipo de pobre producción, que marcha en la duodécima posición del campeonato.

No es la primera vez que Zlatan hace referencia al marco, ya que apenas llegó a Milán también había lanzado un mensaje directo a los aficionados:“No vine por dinero, vine porque me gustan los desafíos y la adrenalina. Siempre he dicho que si estoy ante un estadio de 85.000 personas que me aplauden y me silban, prefiero que me silben. Porque la adrenalina me alimenta”.

Quien intentó bajar los niveles de euforia que ha generado Ibrahimovic en la previa del encuentro ante uno de los equipos que luchan por no descender en la presente temporada fue el entrenador Stefano Pioli.

“No es el salvador del país y no resolverá todos los problemas. Claro que es una ventaja tenerle, pero no va a ganar los partidos él solo. Tenemos que hacer más”, resaltó.