Giuseppe Meazza fue uno de los primeros grandes futbolistas que tomaron renombre. Su fútbol era único, muy elegante, pero también era muy pintón. Pelo siempre engominado hacia atrás y mucha clase. Luego de ser rechazado por la cantera del Milan, en 1922 ingresó en las inferiores del Inter, el más acérrimo rival. Ese mismo año, Benito Mussolini se quedó con el poder total en Italia.

A sus 17 años debutó con el conjunto neroazzurro y fue una de las bases de la grandeza del club. Con ese mismo equipo, conquistó el primer Scudetto unificado de la historia.

Pero Meazza era mirado de reojo por algunos de sus compañeros. Sobre todo por Leopoldo Conti. Por aquellos tiempos no era algo normal que un chico joven esté en un plantel de primera, pero a Meazza le sobraba. Además, a Meazza lo apodaron como Il Balilla. Los Balillas serían algo así como el equivalente a las juventudes hitlerianas en Alemania.

Giuseppe Meazza recibe de Jules Rimet la Copa del Mundo 1938 (Getty)

Giuseppe ya era reconocido a nivel nacional por sus goles y por el Scudetto ganado en 1930 con el Inter. Pero dio el salto a la fama mundial con la Copa del Mundo de 1934, disputada en Italia. Mundial sucio si lo hubo por la influencia de Mussolini en el mismo. Como Hitler usó los Juegos Olímpicos de 1936, Il Duce lo hizo en 1934 con el fútbol.

El delantero jugó los cinco partidos y anotó dos goles, uno de ellos en los cuartos de final contra España, que estaba en plena Guerra Civil. El otro fue en los octavos de final contra Estados Unidos. Además, en todos los encuentros los jugadores hacían el saludo fascista. Finalmente, el local ganó ese Mundial.

Pero fue bastante sucio. Ese campeonato fue con formato de eliminación directa y desempate, en caso de igualdad en el primer partido. Eso sucedió contra España que, dicho sea de paso, los arbitrajes fueron sumamente localistas. En semis dejaron en el camino a Austria y los diarios españoles titularon: “La selección italiana repitió su violentísima actuación para eliminar a Austria, del mismo modo y por la misma diferencia que a España”.

Benito Mussolino junto con Hitle (Getty)

Mussolini llegó a amenazar a los jugadores y al entrenador, Vittorio Pozzo en caso de fracasar en el torneo. Es más, en el entretiempo de la final contra Checoslovaquia Pozzo recibió una carta desde el palco: “Señor Pozzo, usted es el único responsable del éxito, pero que Dios lo ayude si llega a fracasar”.

Meazza nunca estuvo ligado al régimen, pero ese apodo lo persiguió y estigmatizó por el resto de su carrera. Giuseppe volvió a repetir el título mundial en 1938, esta vez en Francia y otra vez con una frase fuerte de Mussolini: “gloria o muerte”. Además, ese mismo año el Inter volvió a ganar el Scudetto.

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Vittorio Pozzo, el DT campeón (Getty)

Se retiró en 1947 con la camiseta del Inter, luego de pasar por el Milan, el Varese y la Atalanta. También tuvo sus años como director técnico. Finalmente, falleció 21 de diciembre de 1968 a los 82 años. Nunca más vio campeón del mundo a Italia, que volvería a consagrarse, sin polémicas, en el Mundial de España 1982. Justamente, ante el rival al que le hizo un gol en el ‘34.